–Querida, no deseo alarmarte pero llegaré tarde a casa. ¡No me lo vas a creer! ¿Sabes de dónde te llamo?: de un platillo volador. Como lo oyes, de un maldito platillo volador. Me han abducido unos alienígenas de cuatro brazos, dos cabezas y ojos muy rojos. Juegan bien al dominó, eso sí.
–¡Horror, cariño, horror! Deben de estar por toda la ciudad pues, en cuanto te fuiste, se coló por la ventana uno muy negro, con huevos como toronjas y un “perico” de dimensiones galácticas. ¡Y el bicho me llevó a las estrellas!
Acerca del autor:
Claudio G. del Castillo
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