—¡Se
murió Bradbury! —exclamó el
joven imberbe soltando la pluma de ganso con la que trataba de
escribir Guerra y paz, el regreso—. ¡Qué desgracia!
—¿Desgracia?
—Theodore Sturgeon aferró al chico del cogote y Philip Dick le
propinó un par de cachetadas.
—Es
la mejor noticia que ha llegado a este lugar infecto desde que se
cerró mi mirilla —soltó Kurt Vonnegut, sin anestesia, antes de
contribuir con un sonoro puñetazo en la nariz del desubicado.
Stanislaw
Lem miró a su alrededor, reparó en el desorden imperante y se
acercó tanto al muchacho que le asperjó el rostro con una lluvia de
saliva.
—Necesitábamos
al viejo Ray —dijo finalmente—. No te das cuenta porque tus
banales escritos se sustentan en la triste y prosaica realidad, no
viajan a otros planetas, no maravillan ni estremecen. Desgracia para
ellos, estúpido, los infelices mortales; para nosotros es como
volver a vivir.
Acerca del autor:
Sergio Gaut vel Hartman
Acerca del autor:
Sergio Gaut vel Hartman
5 comentarios:
Bravo Sergio !! ...ahora hay algo que me inquieta ....
....murió ?? o se despertó ??
Saludos , Jose Antonio
Es cierto, nosotros lo vamos a extrañar, pero en otros universos hay una fiesta.
Si, mucha alegría allá... pero acá nos quedamos bastante solos. Ya no siento a Carapacho Clavícula Mortajosario cuidándome la espalda... seguro anda tomando té con el señor Tagomi.
El equilibrio universal se sustenta en el desequilibrio de los componentes individuales del sistema. Nosotros estamos tristes y del otro lado lo reciben alborozados. Pero démonos por bien servidos con los manjares que nos obsequió y disfrutemos el banquete de sus ficciones.
amen...buen viaje, estimado Ray!
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