Los zapatos caminaron vacíos en busca de dos pies. La camiseta, fría y
enferma, quedó enredada en el tendero por el viento sin lograr llenar
el vacío de su pecho. El reloj de pulsera no supo doblar su cuerpo sin
una muñeca. Las gafas abrazadas nunca vieron los ojos ausentes. El
preservativo se arrugó y no encontró la hormiga de su pene. Las ruedas
olvidaron rodar, tumbadas, desenganchadas del eje de una bicicleta. El
sombrero quedó colgado, atrapado, sin el tacto de los pensamientos. El
único libro fue olvidado y nadie despegó sus páginas. El último
bolígrafo no supo cómo volver a ponerse de pie. Tampoco las teclas se
movieron, tristes, a la espera de la yema de unos dedos. Todos los
objetos eran una fila desordenada de una búsqueda. En ella yo, otro
objeto perdido. Ayer, dejé de buscar tu ausencia.
Tomado del blog
El país de la gominola
Acerca del autor:
Daniel Diez Crespo
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