Despierto en un alarido. Tras unos segundos me incorporo. En la pesadilla el vecino disparaba contra un gato feroz. Afuera, aún se escucha ruido. Salgo sin pensarlo.
Veo al gato al fondo del jardín. Es tan pequeño que no representa amenaza, pero desde siempre odio a los felinos. Maúlla al verme aparecer. Lo imito para ganar su confianza. Responde muy quedo. Me acerco hasta atraparlo por el pescuezo. Araña mi brazo mientras lo estrangulo. Agito su cadáver una y otra vez en el ruidoso festejo de mi triunfo. Es injustificable tanta alegría, pero aúllo como si fuera un lobo.
Me interrumpe un estruendo. Recuerdo al otro protagonista de mi sueño. Mi vecino maldice a los fantasmas y licántropos que inquietan sus noches. Dispara su rifle cargado con balas de plata desde la azotea de la casa contigua.
Me desplomo sobre los adoquines rojizos del patio.
Despierto en un maullido.
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José Luis Velarde
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