El pájaro volaba llevando en su pico de cuervo doce pelos que me había
arrancado del cráneo mientras dormía la siesta. Después del robo al
instante di en soñar que volaba; ser el propio pájaro. De pronto ese
pico de cuervo deja caer los pelos que la suavísima brisa, tras un paseo
en picada medio parabólico, condujo con dulzura justo sobre la pelvis
de Ella, que desnuda tomaba el sol en el jardín de su casa, sobre el
césped incrustado de flores, disfrutando la lectura de un print del blog
con este mismo cuento.
Al hacer impacto los doce pelos de mi cabeza con los numerosos,
recortados, rubios, sedosos pendejos , ¡estaba sobre Ella en cuerpo
astral; e igual de desnudo, aunque de carne tácita! Retozamos. Seis días
y siete noches retozamos. Morí en el retozón ¿ve culpa en mí, Su
Endemoniada Señoría?
Sobre el autor:
Daniel Alcoba
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