—¿Quién está al comando de la cuadrilla de estrellas?
—Yo. ¿Usted quién es?
—Me dicen Dios en la Jefatura.
—¿Qué quiere?
—¿Por qué tardan tanto con esto?
—¿Pero usted que quiere, diga? ¡Es más fácil cambiarnos de sexo que
encender esto con Helio. ¡No sé quién pudo diseñar esta pavada! ¿Sabe
cuál es la probabilidad de que funcione? Estos del departamento de
diseño son unos imbéciles.
—Yo soy el Jefe.
—Mire. Para mí esto va a funcionar el día del arquero suplente. Así no
va. O le ponemos en cada estrella algo que le de un flor de patadón o no
arranca. ¡Sería un milagro!
—No; mejor no. Esta vez no quiero milagros. Voy a consultar la tabla periódica.
Sobre el autor:
Héctor Ranea
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