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Don Pelasgo Luna trota a pie llevando las cabras a las casas, "no vaigaser que se me coman los yuyos que sostienen las piegras a la montaña".
En el camino encuentra que la piedra negra tiene una marca de ganado ya vieja pero cambiada. "Noaideser posible", piensa el arriero. "Esa marca la dejaron de usar hace ya mucho".
No hace más caso y sigue hasta la piedra de azufre y ahí se lo encuentra al pelado de negro, sonando el violín y haciendo bailar una sombra.
Don Pelasgo relata al comisario que la sombra estaba desnuda, que en paz descanse, y que por nada del mundo volverá al manantial a llevar las cabras. Se acoge a la jubilación anticipada.
El autor: Héctor Ranea
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