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El pistolero blanco se bate a duelo contra el pistolero negro, las balas cruzan el espacio y una logra impactarse contra el pecho del pistolero blanco pulverizándolo; la heroína corre y abraza el cuerpo moribundo del pistolero blanco. El pistolero negro ríe a mandíbula batiente, hace una reverencia y huye de la escena a todo galope. La palabra: Fin, aparece en la pantalla. La rechifla del público espectador es patente entre gritos y maldiciones. La turba enardecida destroza la sala de cine y hace pasto de las llamas el complejo cinematográfico... Desde ese día: productores, directores y guionistas, procuran que el bien siempre triunfe.
Acerca del autor:
Sergio Fabián Salinas Sixtos
1 comentario:
Hola, Sergio.
Me gustó tu cuento.
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