—¿Un
cuento que se cuenta a sí mismo? No entiendo. ¡Es muy
difícil! —La niña cerró el
libro y golpeó la cubierta. Pero el libro se volvió a abrir y
habló.
—No
es tan difícil para una niña inteligente. ¿Acaso no te estoy
hablando en este mismo momento?
—Claro,
pero esto es una fantasía del escritor; no es de verdad.
—No
estés tan segura de lo que es real y lo que no lo es —insistió el
libro—. Si te hago vivir la historia, te emociono, te asusto, te
divierto, he cumplido mi objetivo. Soy real.
—¿Otra
realidad?
—Otra
forma de verla. Si una moneda está sobre la mesa solo vemos una
cara, ¿cierto?
—Cierto.
—Pero
la otra cara sigue existiendo. Si fuéramos capaces de meternos entre
la mesa y la moneda...
—¡Ahora
lo entendí! Contame más.
El
libro se cerró y en la mente de la niña se encendió esta historia.
Sergio Gaut vel Hartman
Ilustración de Delfina Porolli Triffiletti
2 comentarios:
Muy bueno, Sergio, una vuelta de tuerca a la literatura
¿Y qué les parece la ilustración? Delfina tiene 8 años...
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