Ahora que te veo ahí, tirada entre los almohadones que trajimos de Marruecos, arruinándolos con la sangre que mana de esa herida mortal que estalló en tu cabeza, resbalo hacia el vacío del remordimiento.
Cuando abra la caja fuerte confirmaré que están a salvo los billetes, los documentos, las escrituras, las joyas de la abuela… pero no te traerá de vuelta la llave que no les quise dar. La llave que escondí entre mis piernas. La llave que ahora arde en mi mano y la derrite hasta llegar al hueso.
Sobre el autor: Fernando Puga
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