“Yo soy”. Debería haber sólo dos opciones para adornar esta frase... Una opción, la más humilde, sería encerrándola entre los garfios de una pregunta. La otra opción lógica, a mi entender, sería adosándole un contundente punto final. Así evitaríamos estos floripondios tristes que usa la gente para hablar de sí misma y que sólo consiguen descuartizar nuestra posibilidad de ser aquello que es.
Sobre la autora: Lucila Adela Guzmán
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