La filosofía es mi dilecta materia. Nada sé por no saber, nada sé para poder aprender, nada sé de mi… o poco. Solo sé que acabo de bajar del tren en una estación cuasi espacial. Nieva y lo único generoso que hallo a mano es la mano (valga la redundancia) de Descartes. Estoy dudando como loca en dirección contraria, pero dudando si he de volver a subir a ese tren o es el destino quien me deja en el andén. Es el destino, concluyo cuando un adolescente se acerca con el mazo en la mano.
—Quisiera descartar tres cartas —digo temblando.
—¿Las escribió usted?
—Creo que sí.
—No son buenas. Y esto no es un mazo de naipes sino un mazo de amazar. —No llego a corregirlo cuando el mazo se descarga sobre mi occipital. Como ya no está Descartes para tenderme una mano muero filosóficamente; no conozco otro modo.
Sobre los autores:
Ana María Caliyuri
Sergio Gaut vel Hartman
Sobre los autores:
Ana María Caliyuri
Sergio Gaut vel Hartman
No hay comentarios:
Publicar un comentario