Cuenta una leyenda medieval que un joven turco encontró una lámpara mientras paseaba por el campo, y tras frotarla, apareció un genio que le dijo:
—Pídeme lo que desees.
—Deseo una alfombra mágica para volar a donde yo quiera, y que mi sangre sea inmortal.
El genio le concedió ambas cosas, y en uno de sus viajes, el turco fue a la frontera del imperio otomano, en Transilvania. Allí fue atacado por un príncipe que tenía la costumbre de empalar a los invasores y beber su sangre. El turco murió, ya que si bien por sus venas corría fluido inmortal, su cuerpo no resistió el ser atravesado y destrozado por una lanza de madera. El príncipe adquirió la inmortalidad y continuó con su hábito de beber sangre, pero a diferencia del turco, tomó la precaución de no dejarse atravesar nunca por algún objeto de madera.Acerca del autor:
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