Tengo frío pero ella no lo sabe. Siento miedo, se nubla mi visión, caigo al suelo degenerado por los transistores. Ella no lo sabe. En mi cuerpo algo me mata. Pierdo sangre, me quedo dormido. En algún momento se dará cuenta del cuchillo clavado en la espalda. Cierra la puerta y hace café, oloroso, esponjoso, rico aroma. Y yo me derrito como un trozo de basto chocolate entre las lenguas pérfidas de las baldosas.
Sobre la autora: Raquel Sequeiro
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