El cura dice que descansarás en paz, que ahora sos verdaderamente libre.
No sé.
No puedo negar que la cadena con la que te tenía atada a la pata de la cama no permitía que te alejaras mucho y también es cierto que, cuando dormías, tu respiración se agitaba y pataleabas y dabas unos alaridos que ¡mama mía! Si hasta tuve que taparte la boca con una buena cinta de embalar.
Sin embargo, no sé si creerle.
A mí me parece que estás muerta.
Sobre el autor: Fernando Andrés Puga
1 comentario:
hola. En este relato sobran los guiones. No es un diálogo. Supongo que hubo una mala interpretación del mismo, acaso producto de mi impericia.
gracias.
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