miércoles, 14 de noviembre de 2012

La calle - Daniel Sánchez Bonet



De camino a casa, a Armando le llamaba la atención el mimo con el que algunas ancianitas del barrio daban de comer a los gatos y es que, día tras día, la rutina parecía ser siempre la misma. Ocho de la noche. Tres recipientes: uno de carne guisada, otro de pescado y un poco de agua. Y aunque, al pobre Armando, las cosas no le marchaban demasiado bien por culpa de la crisis, aquel gesto tan humano le reconfortaba segundos antes de entrar en casa, donde no eran pocos los quebraderos de cabeza que le esperaban. Pero, así era la vida…

Un mes más tarde, los gatos se miraron entre sí, desconcertados.

Sobre el autor: Daniel Sánchez Bonet

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