Una Mariposa Despistada, así, con mayúsculas, cruzó por dentro, como el aire, el camión sin paredes del ejército, así, sin mayúsculas.
Era blanca y volaba con trémulos graciosos.
Serían las doce y el sol pegaba duro, aunque no tanto como los operativos militares que desmantelan barrios agujerados donde el hambre anida.
Los uniformados, en su camión sin paredes verdes, no parpadearon. Ni una sonrisa. Tampoco abrieron la boca para admirar la bendición o venerar en silencio a la mariposa nívea y despistada, que, ladrona silenciosa, le robó con sus trinos alados varios rayos al sol.
Sobre la autora: Mercedes Gómez Benet
De Gaviotas de Azogue número 30
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