—¿Usted me ha secuestrado, señor?
—¿Secuestrado? ¡No! Solo la incorporé a un grupo de literatura que creé en Facebook.
—Ay, que pena. Sería tan romántico…
—¿Y no le parece peligroso?
—¿Por qué? ¿Usted planea hacerme daño?
—No, señora. Lo digo por la posibilidad de que, si eso sucediere, su marido no pague por usted lo que costaron las cirugías que se hizo o por lo menos lo que gasta mensualmente en maquillaje.
Sobre el Autor:
Sergio Gaut vel Hartman
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