Como todos los lunes me siento a la barra. “¿Lo de siempre?” me sonríes. “Lo de siempre”, sentencio sin importarme el nombre de lo que me llevo a la boca.
Solo sé que es suavidad, tibieza, terciopelo en la punta de mi lengua, carne tierna cediendo ante mis dientes, salobre espesura invadiendo mi garganta, inocente blanco masticado sin piedad, dorada explosión de tus sabores, perfumes y colores.
Saciada mi hambre-hembra, me tomo a pequeños sorbos ese café preparado por tus manos, prolongando así mi estancia para seguir disfrutándote.
Te pago, dejo una buena propina. Y tú, con la frescura de tu juventud, me dices feliz: “hasta la próxima semana”, satisfecho de ese dinero extra, sin sospechar (¡Inocente!) que como todos los lunes, te devoro con pasión.
Sobre la autora: Nastia T.
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