Siempre me procuró una embriaguez inefable beneficiarme de los demás gracias a mi talento. Pude manejar los destinos de funcionarios obsecuentes, ciudadanos reflexivos, inspectores, soplones, críos, prostitutas; provoqué que se maltraten entre sí, fomenté su encono hasta hacerles creer que los había arruinado en la loca carrera por ganar lo suyo, pero lo cierto es que fui yo el que obtuvo lo que quiso, con una arbitrariedad que empezó a sofocarme, que engendró sufrimiento, un opresivo desasosiego. Empecé a tener urgencia de otras cosas, a necesitar otro paisaje, aunque fuera el último. Pero no distinguía cuál, y por momentos me absorbía la zozobra al conjeturar que jamás llegaría a saberlo. Entonces hablé con Judas, arreglamos un par de cosas y me hice crucificar.
7 comentarios:
¿Esto es un ejemplo de lo que suele llamarse doble lectura?.
En el sentido bíblico y el de política actual, digo.¿Me parece a mí, o un nuevo Judas estuvo haciendo de las suyas por estos lados?
En el caso de que así fuera, o está mal aplicado el calificativo o la situación no es precisamente una traición. Si el correlato entre el episodio evangélico y los hechos de estos días fuera directo, habría que pensar cómo se compaginan los elementos si partimos de que Jesús "necesitaba" ser crucificado para que la maquinaria cristiana se pusiera en marcha y que en ese contexto lo que Judas habría sido, a la vez, una "gauchada" y un "sacrificio", jamás una traición. Es posible que otros apóstoles, envidiosos por el alto honor que Jesús le confierió a Judas, hayan arrojado un manto de sospecha sobre el "operador político" de la Pasión, pero de ninguna manera tengo absoluta certeza de que, si los hechos fueron los narrados, haya habido "traición" alguna. ¿Antaño? ¿Ahora? Tengo dudas de que exista algo como la traición, si me dejan ir un poco más lejos. Y no me importa desatar la polémica. La mal llamada "traición" siempre es un acto consentido... en todo caso por omisión, por no haber sabido elegir a los socios.
Sergio Gaut vel Hartman
O sea; tu posición se asemeja más a la de la forma que es tratado Judas en Jesucristo Superstar, si es que ves "films religiosos".
Exelentes coreogeografías y excelentes voces, digo yo, pero es subjetivo lo mío, como siempre.
Aplicado a la actualidad,lo mío fué porque algunos mal o bien intencionados hablan de una operación política orquestada para salir del quilombo en que se había metido el gobierno, cosa a la que no adhiero.
Y tu concepto,es polémico. Si alguien te defrauda o traiciona, echarse parte de la culpa, disculpa en parte al otro, valga el juego de palabras.
Tampoco te sirve exculparte, usar el bartsimpsoniano "yo no fui". Si elegiste a alguien y te "traiciona", tal vez él no se salve, pero seguro que te implicás a vos, que pifiaste al evaluar al otro. La ingenuidad es como el doblón, no sé si me entiende, es una moneda que no vale nada, por lo menos si uno tiene más de tres años. El Judas que me gusta es el agitador de La última tentación de Cristo.
Sergius Caio Galius Vincector.
No la ví.Ingenuidad y buena intención, a veces son lo mismo. Alguos seres humanos confían el los demás más que otros. Otros seres humanos carecen de la capacidad de "semblantear" correctamente al otro.Lo que genera un mini, don Sergio.
¿Que esperan los demás para involucrarse en este tema?
No estoy poniéndole "valor" a la ingenuidad. Pero sin necesidad de ser bobo, es posible admitir que si uno no sabe "semblantear" y resulta defraudado por la conducta del otro, su parte de responsabilidad tiene. Inocente responsabilidad, sin culpa, tal vez, pero no me convence saber que la intención ha sido buena. Si avalara eso estaría avalando a la víctima y, otro tema para la polémica, yo opino que la víctima contribuye, sin proponérselo, a que el victimario pueda operar con tranquilidad. Con el traidor ocurre algo parecido.
Sergio.
Excelente visión de los hechos, Sergio. Siempre pensé lo mismo con respecto a esa "historia" bíblica. (de hecho también hice un cuento sobre este tema, pero supera ampliamente el límite de QI)En cuanto a la traición, comparto la idea: no existe; al menos, no sin nuestro consentimiento.
Pato.
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