No he sido capaz de olvidar aquella imagen de Papa Noel agonizando en el salón; ni la mirada de mi hermana observando impasible la escena. Sus ojos ardían y en esas llamas resplandecía humeante la pistola que aferraba entre sus manos. Su voz cándida todavía martillea en mi cerebro: “ese gordo existe, pero yo no he pedido una muñeca”. Para no disgustarla, lo enterramos con el disfraz, el relleno y la barba de algodón; hasta el cura se reía. Ella, ingenua, espera que los Reyes Magos le traigan la bicicleta, pero sigue preguntando insistentemente donde está papá.
© Xavier Blanco 2011.
Tomado del blog Caleidoscopio
Ilustración: Paul Klee "The Mask" (fragmento)
6 comentarios:
Que mala leche :-)
Siempre digo que a los chicos no hay que engañarlos. Estas cosas pasan porque en lugar de decirles la verdad los tratan de preparar para el consumo desde pequeños.
Un cuento genial, alucinante, capaz de sacar una sonrisa a partir de un acto brutal, algo que en la vida real es del todo improbable.
Me gusta, está narrado con eficacia y brevedad. Con buenos silencios.
Lamento que lo lean como si fuera una nota periodística.
Tanto humor negro en tan pocas palabras, fuerte y esclarecedor... se pone uno a pensar si habrá pasado ya algo así en la vida real.
terrible: el diario de la mañana debe ser de terror...
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