El barquito de papel se apoya con suavidad en el arroyo. La mano del abuelo lo armó con destreza inmemorial y el niño lo puso sobre el agua para que viaje hasta la laguna. Lo sigue desde la orilla y ambos, barquito y niño, esquivan ramas, piedritas y pozos.
A la vuelta de un pequeño meandro el barquito trastabilla ante la presencia de una gran roca, pero logra eludirla gracias a su ligereza. El niño festeja la hazaña y tropieza con un tronco. Se levanta rapidito temiendo que el barco se aleje. Pero no; juntos arriban a la laguna y allí espera el abuelo la llegada.
La sinfonía del agua, los pájaros, el niño y el barquito de papel toca a su fin.
El aplauso del abuelo despierta las estrellas.
4 comentarios:
que belleza de cuento!
Refrescante, nostálgico y bien descrito, me gustó!
gracias por los comentarios. Me alegra saber que lo que escribo logra despertar alguna emoción.
gracias por los comentarios. Me alegra saber que lo que escribo logra despertar alguna emoción.
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