La chimenea del Bar “Sin Final” está construida con piedras redondas, pero de cuando en cuando afloran huesos. Nadie supo explicar su origen, ni quisieron saberlo los constructores. Algunos parecían tan viejos como los árboles de piedra que usaron para apuntalar las paredes. Y las conchas marinas con las que sellaron parte de las ventanas rematan en parte la masonería de la casa. Cuando todos callan, algún músico suele decir que el mar se escucha claramente cerca de la chimenea, tan remoto en esas lejanías. Uno que otro paisano sonríe, otro pide más ginebra para el miedo.
3 comentarios:
yo sería de los últimos: muy bueno don...
Imagínese yo! Gracias!
Qué gran cuento, Héctor, con las palabras adecuadas sonando a música y la música sonando a palabras adecuadas.
¡Más ginebra!
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