Los seres sin cabeza del planeta Ezabincas son una rareza que hubiera deleitado a Olaf Stapledon. Como, obviamente, no tienen cabeza, su cerebro reside en una cavidad contigua al sitio por el que se descartan los residuos orgánicos y todo lo que piensan es desechable. Sin embargo, cuando conocieron la obra de la solipsita fue como si una supernova hubiera iluminado su entendimiento. Así surgió la poesía en Ezabincas y advino al divino rapsoda Cico’lusou, que en este mismo momento viaja hacia el planeta Tausomi para recibir el premio Belno, ganado gracias a las insulsas y nauseabundas futilidades que escribe.
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13 comentarios:
Sutil dedicatoria.
Es "Stapledon"
Gracias, Guillermo, ya lo corregí. No sé qué haría sin tu permanente atención sobre todo lo que hago. Gracias de nuevo.
Deberíamos darle algún cargo de responsabilidad, no se le pasa ni una!!!!
Dábale arroz a la zorra el abad.
Y la zorra se alimentaba sin saber que era zorrina.
La dedicatoria atrapa moscas.
Javi, eres más papista que el Papa.
señores, muy buen cuento, y como siempre muy divertido el pandemonio que se arma...
Soy aconfesional, Guillermo. Me desagradan las Iglesias.
Entonces, Javi, deja de comportarte como un monaguillo celoso.
Ese es uno de los consejos más estúpidos que he recibido en mi vida, Guillermo.
Más papista que el papa, monaguillo celoso... Confundes las cosas. A mí no me mueve el corporativismo, ni estoy supeditado a nada ni a nadie cuando rechazo sus conductas. Me mueve el sentido común, y éste me dice que usted viene aquí a molestar a la gente, a hacer comentarios en absoluto enriquecedores, a tratar de erigirse en el centro de atención, a hacer alarde de una inteligencia que no le niego, pero que personalmente tampoco le envidio.
Pese a todo no le tengo ningún rencor, y yo mismo he publicado su ofensivo comentario, para que vea que, ante todo, aquí reina el espíritu democrático.
Imagen multiplicada y última oración.
El premio.
Es que siempre va a suceder lo mismo cada vez que pase igual. Dicho de otro modo, para un tuerto a todos les falta un ojo y para un descosido, todas son agujas desafiladas. Muy bueno el premio Belno de insulsidades manifiestas, que después de todo, para perder la cabeza nada hay mejor que un proceso de decapitación química o algo así.
Muy interesante el premio Belno, y el cuento merece el suculento beneficio que ofrece el certamen en cuestión. ¿qué premio? ¿que Belno? ¿qué beneficio? Me perdí, no importa, el cuento me ilustró
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