Reniego sobre mi falta de inspiración para escribir un relato de terror. La trama es original, los personajes, oscuros, pero no logro plasmarlo en la hoja. Llevo todo el día y un cesto repleto de papel arrugado. Escribí, tiré, me fui, leí, volví a escribir, caminé por el bosque hasta que el frío de la noche me regresó a la cabaña.
Las historias cómicas, las anécdotas, las greguerías con poco esfuerzo dibujan una sonrisa en el lector. ¿Pero cómo logro ese rictus de miedo, esos espasmos que contraen el estómago y erizan la piel en unas pocas líneas?
Decido darme un respiro y me preparo un café. Escucho un golpe seco en la habitación contigua y cuando me acerco veo la ventana abierta. El viento helado retuerce las cortinas y un hedor suburbano y mugriento me agrede desde la oscuridad.
4 comentarios:
Muy bueno. Como para agregar a Los mitos de Cthulhu.
Gracias Guillermo. Una lectura que me debo, la de los Mitos... Será cuestión de hacerle un espacio.
¡Un saludo!
¡Qué buen micro!, me ha gustado muchisimo Sergio. El miedo o el terror pueden encontrarse a la vuelta dela esquina, incluso ... en la habitación contigua.
Un abrazo desde mis palabras.
Gracia Laura :)
Así es, cuando más seguros nos creemos, el miedo se esconde para sorprendernos de alguna manera.
Acabo de anotarme en tu blog.
¡Saludos!
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