Con cada ola de agua salada que chocaba contra su cara se despertaba más, mientras más se despertaba, más sentía los estragos del cuerpo, más sed y cansancio sentía y las arrugadas yemas de los dedos sentían el dolor de la sal en las heridas. Finalmente pasó tanto tiempo solo, desesperado y con dolor, que naufragó en su mente, hasta que un día al fin lo encontraron y no fue ya más un naufrago, al menos no físicamente por que del otro lugar, nunca regresó.
Tomado de Microtexteando
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