Hay un lugar de mi casa, un pasillo, por donde desde hace un mes o dos, mi perra Fiona no quiere pasar. No sabemos qué le pasa. Se resiste. Ni siquiera se deja tentar con bocados imperdibles. Probé con empanada de carne. Hasta con hamburguesa. Nada. Hay que arrastrarla tirando del collar. Es un tramo de un metro más o menos. Mi teoría es que en casa hay un Casper y que ella lo percibe. Por las dudas, el otro día, sentada sola en mi cama, le hablé al Ghost. Le dije: "Esta no es tu casa". "Tenés que irte porque acá vivimos nosotros", le advertí. Silencio. "Bueno, mirá, hacé lo que se te cante, pero no te me aparezcas nunca, eh, nunca". Hasta ahora, la convivencia es perfecta. Menos para Fiona que sigue tirando del collar.
Tomado de
Espejitos de colores
Acerca de la autora:
Anahí González
1 comentario:
A mi perra le pasó algo parecido, habia un determinado lugar de la casa donde no había quien la parara. Y creemos que debe haber algo que ella percibe... incluso le pasa con una sola persona que le ladra como no tienes idea, al resto no le hace lo mismo.
creo que estos animalitos tienen un sentido extra que les permite percibir cosas que nosotros no.
Me gusta la forma en la que escribes
saludos
carlos
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