Cuando abrió los ojos estaba en un sanatorio. Manos y pies
sujetos a la baranda de la litera por fuertes correas de cuero. Los médicos, que lo observaban en círculo,
hablaban entre sí con un idioma incomprensible. Intentó pedir agua, forzando su
garganta devastada por sed y silencios.
Alarmado, se oyó croar.
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Albin Lainez
3 comentarios:
Muy buen micro relato, me gustó tu estilo. Te sigo. Besos al alma.
Me imaginé en esa situación. Debe ser terrible. No sé si preferiría no huber despertado nunca, o despertar en un charco de ranas...
Buenísimo micro! Me encantó.
Un abrazo!
gracias cumpas, me alegra que sea de su agrado. Abrazos
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