Sentado sobre mi hombro, el pequeño Golem de barro cocido mira con sus ojos huecos lo que escribo y desaprueba insistentemente en checo. Dice que no le hago justicia, que lo describo como a un mico, como a un pájaro. Dice que le robo, con malicia, su dignidad guardándolo en la caja de latón de las galletas inglesas con los soldaditos de todas las antiguas eras. Que él no es un juguete ni un adorno. Que allá, en Praga, conoció al Gran Rabí Avigdor Karo. Que conoció a Kafka. Le pido que no sea mentiroso. Que no sea tontuelo, Y que respete su personaje y guión. Me da un tirón de pelo, se desliza de mi espalda al suelo, y se va corriendo por el pasillo, asustando porque sí al gato, y cantando en hebreo una antigua canción.
Acerca de la autora:
Patricia Nelli
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