Sólo contempla una solución:
deshacerse del maldito perro sin que su mujer y los niños se enteren. Por la
noche. Debe hacerlo por la noche. Como pueda lo introducirá en el maletero,
quizá le engañará con las galletitas que tanto le gustan; luego conducirá hasta
algún sitio, abrirá la portezuela, sin parar el motor le empujará y volverá a
casa sin mirar por el retrovisor ni un segundo. Lo hará igual que hizo unos
meses atrás con el abuelo.
Tomado de microSeñales de Humo
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