miércoles, 25 de julio de 2012

La felicidad es siempre de las otras – Diana Sánchez



Sucedió en Guadalajara.
En la jocunda vagina de la mujer-mudejar, el perdulario infante retozó amplio y feliz.
Tan ajeno a las recomendaciones de su santa madre hallábase que deleitándose con tanto gozo, se hizo la noche y no encontró la salida. Ella, tampoco se la indicó.
La mujer-mudejar vive ahora en Cuernavaca, luego de intentar Guanajuato. Se mudó con su jocunda vagina y el habitante interior.
Se deleita paseando entre albercas y madrigales, orgullosa, rosada. Y pudenda.
Hace caso omiso (la mujer) de las críticas despiadadas, de los cuchicheos envidiosos de Teodosia, Rodobalda y Endora, anoréxicas y de poco donaire. Solteras, ellas. Vírgenes, ellas.
Pasó el tiempo. La mujer ya entrada en años (y en carnes) continúa paseándose con su habitante interior por la hermosa Cuernavaca.
Las hermanas (ancianas, ahora) siguen acusando a la infinitesimal mujer-mudejar de insaciable, mientras ruegan morir en Irapuato.


Acerca de la autora:
Diana Sánchez

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