viernes, 10 de febrero de 2012

Pedido satisfecho – Sergio Gaut vel Hartman




—Mire, don Prudencio —dijo Epifanio—, yo no quiero ser un paisano inorante, quiero ser como los puebleros que hacen las cosas con finura.
—Ajá —respondió Prudencio—. ¿Y entonces?
Epifanio vaciló un momento. Después tomó coraje y arremetió. —Yo le quiero pedir la mano de la Gumersinda, si a usté no le molesta.
—Aja. Ta güeno. —Prudencio miró hacia el interior de la casa—. Gumersinda, hija del tata; venga pa’cá.
—Sí, tatita. ¿Qué se le ofrece?
—Acá el Epifanio viene a pedir su mano.
—Ah, tata. ¿Y sólo pide una?
—Sí, por suerte le alcanza con una. —Y uniendo lo dicho con la acción, Prudencio sacó el machete que llevaba en la faja y de un tajo cortó la mano izquierda de su hija—. Espero que esta le sirva, m’hijo —agregó tendiéndole la mano ensangrentada a Epifanio—. La otra la necesita para cebarme el mate.

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2 comentarios:

María de las Mercedes Guidobono dijo...

Buenísimo! A veces lo real arremete nomás en el simbólico, de metáfora cero el paisano..

El Titán dijo...

muy buen remate-mate jeje