sábado, 30 de noviembre de 2013

Ahí duermen los sueños – Héctor Ranea


El señor Demián Ñocorpi, esa mañana tan placentera, se asomó a su ventana que da al Norte y gritó:
—¡Tetas!
Asomó en su comisura labial, entonces, una sustancia parecida al café que acababa de beber y volvió a gritar desaforado por la ventana gemela al Sur:
—¡Tetas! —maravillado, extasiado, complacido.
Pero era todo un sueño. Seguía en la taza el café, él en la copa del sostén vacío, las tetas volando y no por la ventana sino por el ventilador del baño y un pájaro negro parecido a un cuervo que daba las gracias desde el somero sueño, por cierto fervor nocturno inconfesable del señor Ñocorpi.

Sobre el autor: Héctor Ranea

Canción de invierno - Esteban Dublín


Una mujer se había enamorado de la lluvia. Se ilusionaba con los nubarrones, se alegraba con la llovizna, se excitaba con los aguaceros. Añoraba el invierno durante todo el año. Cuando llegaba, salía a las calles, se sentaba en el prado helado de los parques y escribía sus cartas de amor en medio de la tempestad. Por supuesto, vivía enferma y sus padres le prohibieron las salidas al frío de los temporales. Rebelde, sin embargo, una noche de diluvio escapó de casa buscando el origen de los truenos. Murió sumergida en un lago al que se lanzó para emular la imagen de las gotas rebotando sobre el agua. Nunca encontraron el cuerpo. Algunos dicen que se transformó en rocío y que se la escucha cantar cada vez que cae granizo.

Tomado del blog:
http://estebandublin.blogspot.com.ar/

Sobre el autor:
Esteban Dublín

Un sueño - Olga Appiani de Linares


Anoche soñé con mi padre. Había plantado campanillas en la casa vieja y me decía que ojalá fueran aquellas azules, aterciopeladas, que tanto me gustan. Tuve ganas de decirle que estaba muerto, que el jardín ya no existía, que cómo podía crecer nada de ese lado de las cosas. Pero en vez de eso le tomé la mano y así, juntos, nos pusimos a esperar que florecieran.

Tomado del blog:
http://olgalinares.blogspot.com.ar/

Acerca de la autora:
Olga Appiani

jueves, 28 de noviembre de 2013

Asterión no tiene casa - Salomé Guadalupe Ingelmo


Siete de julio: le esperan. Viste de blanco resplandeciente. Al cuello, pañuelo rojo sangre: invitación para el redentor bronce.
El hombre querría volver a casa tras la oficina, cenar apaciblemente con su familia. Pero él no tiene hogar sino laberinto… El animal, encelado, sólo desea embestir, consumar el sacrificio. Si no el propio, uno ajeno. Se debate: instinto o conciencia, rebelión o mansedumbre... Alguien lo imaginó así, dividido, hace siglos. ¿Será posible reescribir el sino?
Soy Asterión, el minotauro. Encerrado en mi prisión sin cerradura, indago sobre mí mismo… Y me pregunto qué naturaleza veis vosotros al mirarme: animal, hombre...

Acerca de la autora:
Salomé Guadalupe Ingelmo

martes, 26 de noviembre de 2013

Martes – Jordi Cebrián


No es casualidad que su nombre provenga del dios de la guerra. El martes es día de armas airadas, el día en que las enemistades brotan, y en que las amistades mueren. Si uno es herido en martes con un cuchillo, es más difícil sanar, y la sangre derramada demanda de otras sangres y otras heridas. Si los jefes de estado se llaman ese día, se liará seguro. En algunas ciudades, si dos hombres se pelean siendo martes, nadie debe estorbarles: les rodearán y animarán gritando a su favorito, y dejarán que la fuerza y el coraje decidan el final.

Tomado de: Cien Palabras 
Acerca del autor: Jordi Cebrián

Foto: Héctor Ranea

Lunes – Jordi Cebrián



Quedó atrás el fin se semana, otra vez la rutina, el despertarse pronto, el arrancarse con la ducha los restos de las pesadillas adheridas, el desayuno que no sabe a nada porque aún no somos nosotros. Ese día gris en el que el trabajo no avanza. Los ladrones no roban en lunes, pues saben que empleados y clientes estarán de mal humor. Los jefes de estado procuran no llamarse, para no liarla. En algunos países los lunes se consiente que la gente hable mal de los demás, e incluso se considera de mal tono ofenderse si ese día te insultan.

Tomado de: Cien Palabras
Acerca del autor: Jordi Cebrián

Foto: Héctor Ranea

La luna destrozada - Cristian Cano


Abrir la ventana y mirar la Luna desmoronada: trozos inmensos intiman y rocas pequeñas orbitan como abejas en su panal. No es como cuando era chico. Ahora se siente desamparo. ¿Qué le hicimos a la Luna? ¿Quiénes fueron los mentores de semejante estupidez? Antes de acostarme intento juntar los pedazos dentro de un círculo que formo con el índice y el pulgar. Los encierro para recordarla. Trato de encontrarle un sentido y lugar a la culpa.

Acerca del autor:
Cristian Cano

domingo, 24 de noviembre de 2013

Atrapado sin salida – Sergio Gaut vel Hartman


Fue una mañana aciaga. Me quedé sin Internet cuando debía ratificar un pasaje aéreo o lo perdía; cortaron la luz y se cayó la línea telefónica, por lo que tuve que bajar quince pisos antes de enterarme que el apagón era general. Para colmo de males, al llegar a la plata baja encontré la novedad de que habían entrado ladrones al edificio y tras asesinar al encargado andaban por los pisos saqueando todos los departamentos. Una situación kafkiana, pensé en algún momento. Y solo existe una persona en el universo que entiende de esto.
—Dígame, Franz, ¿cómo se sale de una situación kafkiana?
El escritor me miró con esa mezcla de desconcierto y susto, tan propia de él, y respondió con lágrimas en los ojos.
—Quisiera ayudarlo, joven, pero me resulta imposible; yo nunca resolví ninguna de las situaciones que planteé en mis ficciones.

Acerca del autor:
Sergio Gaut vel Hartman

Feliz inquietud – Daniel Alcoba


La muerte tira de nuestros pies desde que somos niños. La tierra quiere hacernos cuerpo suyo, pretende confundirnos en su centro. Esta es la base de mi inquietud feliz, la dura condición de la dicha a mi alcance. Y también es el nudo macabro, a ratos místico, de un eventual bolero. Un instante fantástico, en el cual no sabemos hasta donde ha llegado el goce de ella, dónde comienza el nuestro; el punto en que su pelvis se convierte en la nuestra.

Acerca del autor: Daniel Alcoba

Ilustración de Gary Pullin

Zeus - Raquel Sequeiro


Amorosamente se abrazó a mis rodillas e imploró. Yo… Yo sólo era un dios que apenas se sostenía en el Olimpo, porque nadie creía ya en los dioses. Niobe se echó a llorar: después de pedirle sus favores a faraones, rajás y meritorios Elixires, y después de consultar al Oráculo de Delfos, allí estaba, y ese estúpido se empeñaba en la no manifestación.
Pues bien, Júpiter, si prefieres el nombre romano te lo concedo, lo que pasa es que no tengo cabida en el mundo si sigo midiendo dos metros veinte.
¿Qué te dijo el oráculo? —La pitonisa era lerda. El dios se sirvió otra copa de vino. Zeus Altitonante, ya en la puerta está escrito el secreto.
¿Entonces qué me pides? bramó el dios.
La pequeña Némesis no dijo nada; tiempo era de recuperar su lugar entre los hombres.

Acerca de la autora:

Las noches perdidas - Esteban Dublin


Presa aún de los sueños eróticos, suele sucederme que horas previas a la madrugada, me imagino amando a una mujer distinta a la que duerme conmigo. Los roces suculentos, las caricias atrevidas, los besos prohibidos. En pleno goce quimérico debajo de las sábanas, me despierto replicando los movimientos que ejecuto en mis sueños. Es así que la oscuridad de mi habitación se ha terminado convirtiendo en testigo presencial de una realidad que segundos u horas antes, no lo sé ya que me es imposible determinar el tiempo exacto de los sueños, solo sucedía en mi imaginación.
Ahora mi esposa no se me insinúa en las noches como solía hacerlo años atrás, pero sí he llegado a escucharla rezando entre murmullos, rogando para que vuelva a soñar esa noche, así no sea su nombre el que pronuncie.


Tomado del blog: Los Cuentitos
Sobre el autor:  Esteban Dublín

viernes, 22 de noviembre de 2013

Amando en círculos - Isabel María González



Prisioneros de su esfera se enamoraron entre sí: Teresa de Álvaro, Álvaro de Lucía, Lucía de Teresa. La esfera se convirtió en un círculo vicioso de amores imposibles y de tic-tacs desesperados. Teresa sólo cruzaba con Álvaro incompletos te quieros de un segundo, sin ni siquiera reparar en el amor de Lucía siempre la estaba esperando al tiempo que rechazaba delicadamente a Álvaro. Sus caminos circulares cruzaban encuentros y despedidas inevitablemente y parecían condenados a un adiós concéntrico e inacabable. Hasta que se acabaron las pilas.


Sobre la autora: Isabel María González

miércoles, 20 de noviembre de 2013

El muñeco de la pieza - Cristian Cano


Espero a que apague la luz y se acueste para empezar. Cuando la penumbra es plena aprovecho la claridad de la Luna. Cierra los ojos y comienzo a girar cabeza muy despacio. No quiero que me descubra. Milímetro a milímetro tardo casi una hora. Cuando escucha ruidos cree que son los gatos en el techo, pero en realidad es el crujido de mi cuello: ruido plástico a juguete. Los silencios ahuecan y me sobra para seguir con la labor de la cabeza. Hasta que lo puedo ver: mira televisión y tiene el control remoto en la mano. No sabe que estoy vivo. No tiene idea de que lo vigilo todas las noches. Porque tengo los ojos pintados y el pelo arremolinado. Con los dedos duros y una sonrisa congelada, lo miro desde el rincón.

Acerca del autor:
Cristian Cano

lunes, 18 de noviembre de 2013

Magia - Sergio Fabián Salinas Sixtos


El mago apuntó la varita mágica al público y dijo:
—¡Abracadabra patas de cabra!
Una nube de humo blanco inundó el teatro y los espectadores desaparecieron en el acto. Rascándose la cabeza, el mago contempló perplejo los asientos vacíos del silencioso teatro; mientras que los espectadores miraban sorprendidos el solitario escenario.

Sobre el autor:
Sergio Fabián Salinas Sixtos

Juego de historias - Sergio Fabián Salinas Sixtos



Una vieja leyenda, invita a encender cien velas y narrar un cuento de terror por cada vela encendida. Al concluir cada historia, se apaga una vela. Se dice que en la narración número cien (en la oscuridad total), un fantasma aparecerá. Alicia contó la última historia y apagó la vela; pasaron los minutos y nada ocurrió. Me levanté y encendí la luz, fue entonces cuando todos comenzaron a gritar.

Sobre el autor:
Sergio Fabián Salinas Sixtos

sábado, 16 de noviembre de 2013

Una de virus – Héctor Ranea


—¡Excelente idea, Dr. Iks! Ahora podremos tener control sobre el rechazo de los órganos trasplantados, esos… ¿Cómo los llamó usted? —dijo el Dr. Zed, exultante.
—Retrovirus XK14 —respondió un enorgullecido Iks.
Su idea había sido, nomás, tan brillante como se la había imaginado a la noche en su cama. Se podría programar el ADN de un virus para que bajara controladamente las defensas del organismo ante un cuerpo extraño como un órgano trasplantado y de ahí ir controlándolo hasta que fuera virtualmente imposible que se gestara el rechazo, lo que, a su vez, desactivaría los virus.
—¿Para cuándo dice que va a tener lista la cepa? —preguntó el Dr. Zed ansioso por probar la nueva técnica—. Tengo programadas dos operaciones de trasplante en chimpancés.
El Dr. Iks empezó a soñar con el Premio Nobel.

Sobre el autor: Héctor Ranea

Vivir sin etiquetas - Isabel María González


Resulta que decidí, en mi corto paso por este mundo mortal, ser libre, probarlo todo. Quise vivir sin esquemas, sin prejuicios y sin género: me llamé Luís, me llamé Antonia; fui hermosa y atractivo, fui amado y adorada, fui feliz y desgraciada, fui estudiante, parado, casada, divorciado, morosa, madre y padre al mismo tiempo, y finalmente sin techo.
Sorprendidos mis congéneres estudiaron mis hormonas, mis genes, mis cromosomas: Género neutro, dijeron. Yo lo llamo ser humano.

Sobre la autora: Isabel María González
Ilustración: Gala Moscoso

Fukushima - Jesús Ademir Morales Rojas


El terremoto lo despertó: la planta emitía su cotidiano llamado. Se arrastró entre las ruinas hasta que llegó al ingenio al rojo vivo. La grieta emitía un humo fosforescente. Se arrojó allí sin pensarlo. Su último pensamiento: mañana le tocaría a otro, pero esta vez, la fortuna fue solo para él.

Sobre el autor: Jesús Ademir Morales Rojas

Mejor - Roberto Yamakata


Hoy fue el mejor día de mi vida. Me aumentaron el sueldo. La mujer que amo me dijo que me ama, me informaron que gané una fortuna con la venta de uno de mis libros. Solo que a la noche, sonó el timbre y al abrir la puerta, un señor con barba me dijo: "¿Qué tal tu primer día en el Paraíso?

Acerca del autor:
Roberto Yamakata

jueves, 14 de noviembre de 2013

En una rama – Héctor Ranea


“A ver —digo. Tal vez encuentre aquí lo que perdí ayer durante la madrugada”. Saqué la mano, hurgué a tientas. Del otro lado reinaba la oscuridad. Enfrascado como estaba, el contacto con algo suave, peludo y pequeño me llegó tarde al cerebro. “¡Es él!” —exclamé. No tuve que forzar nada, por suerte, lo tomé del lomo, lo alcé y lo traje; de ese lugar sólo vino con las patas algo húmedas. Mi gato estaba, por suerte, de regreso en casa.
El felino estuvo mirándome y sólo faltó que hablase. Justo cuando pareció dispuesto a hacerlo comenzó a desaparecer del árbol donde había saltado, asustado de verme. Lo último que se fue de él, el morro, se dibujó en mi mente como una sonrisa.
“¡Absurdo, Alicia! ¡Los gatos no se sonríen!” Me dije.

Sobre el autor:  Héctor Ranea
Ilustración: Gala Moscoso

lunes, 11 de noviembre de 2013

Cautiva - Diana Sánchez


La cintura se ajustó en el portaligas, prisionera.
Los pezones acobardados volvieron a erguirse, como la cobra al oír el sonido misterioso.
Agonizantes de sueños inconclusos, los ojos hicieron un último esfuerzo.
Se estremecieron las rodillas, musicales.
Y los dedos extendieron ilimitados una plegaria al crepúsculo sangrante.
El pelo despedazó la espalda en un latigazo rubio.
Atravesaron sutiles los pies, palomas de humo, todas las calles y todas las veredas.
El parque se perdía en el límite de las hojas. Entonces, ella se sentó a esperar.
Y un murmullo de violetas desnudas fue creciendo sobre la dudosa penumbra de la luna.

Sobre la autora: Diana Sánchez

viernes, 8 de noviembre de 2013

Sirena - Jesús Ademir Morales Rojas


La Estación Espacial Internacional recibió aquel llamado desconcertante desde la Tierra, justo antes de ser derribada. Los astronautas desesperados hicieron lo posible por sobrevivir al abrupto amaraje. Aguardaron durante mucho, flotando y aferrándose a los restos de la estructura inservible, hasta que las olas los arrojaron a una costa. Caminaron, buscaron. Pronto llegaron a las instalaciones en ruinas. Cuando los ingenieros salieron a recibirles, lo entendieron todo: avanzaron resignados hacia el interior de la planta nuclear, escoltados y vigilados por aquellos rostros de luz. La grieta luminosa aguardaba y emitía de nuevo su llamado al cosmos.

Sobre el autor: Jesús Ademir Morales Rojas

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Nada de soñar con caras extrañas – Héctor Ranea


—¿Una araña que vuela? ¡No seas tonto! No existe un animal así. Dormite —dijo ella con fastidio.
Mientras, una araña voladora estaba transportando su cama, con ambos dentro, al nidito tibio donde había puesto trescientos huevos y un huevo. Él sonrió calladamente: “Cuando se dé cuenta, mi mujer se va a tener que callar la boca esta vez”.

Sobre el autor: Héctor Ranea

Ludopatía divina - Isabel María González


No podía entender las constantes victorias de su adversario: dos milenios imbatible le habían convertido en uno de los seres más poderosos de la Tierra.
Convencido de sus trampas, Charles intentó denodadamente descubrirlas sin resultado alguno: consiguió millares de discípulos que, convencidos como él de que aquéllo no podía ser una cuestión de suerte, le apoyaron en sus pesquisas para desenmascarlo.
Su contrincante insistía en que no había trampa ni cartón: él era un dios, el único, creador del Cielo y de la Tierra, eterno ganador. Sin embargo, temeroso de ser descubierto, encomendó a un emisario de su confianza la tarea de difundir su estatus divino y contrarrestar así la fuerza que empezaban a adquirir las teorías de Darwin, cada vez más cercanas a la verdad. No lo permitiría: los hombres y mujeres que poblaban el planeta no serían fácilmente controlables y Él no podría seguir viviendo sin trabajar.

Sobre la autora: Isabel María González

lunes, 4 de noviembre de 2013

Mudanza - Rafael Blanco Vázquez



No me importa que en el cielo haya estrellas.
No me importa que ahí afuera aúllen los perros solitarios.
No me importa qué quise ser, no me importa en qué me convertiré.
En un tiempo fui joven, un día me moriré.
Pero estoy aquí, mientras tú duermes. Escribiendo con un whisky en la mano y varios en la sangre, sintiéndome Bukowski.

Sobre el autor:
Rafael Blanco Vásquez

sábado, 2 de noviembre de 2013

Por la mañana - Alejandro Bentivoglio


Por la mañana, había mujeres por todo mi cuarto. Las conocía a todas, aunque ya las había olvidado lo suficiente como para que no me importara. Intenté hablarles, pero no me respondieron. Sólo me miraban. Sus cuerpos eran transparentes, como de cristal. De alguna forma, parecían bellas. Quizás por la lejanía y el cultivado efecto fantasmal. —¡Déjenme solo! —les grité. —Siempre estuviste solo —respondieron todas al mismo tiempo. Luego se desvanecieron, como pequeñas luces apagándose de a poco.

Sobre el autor: Alejandro Bentivoglio
Tomado del blog Memorias del Dakota