jueves, 28 de febrero de 2013

Cinco variaciones - Andrés Felipe Escovar



1. —Por acá pasó el amor —le dijo Jesús mientras sobrevolaban la ciudad en llamas.
2. —Por acá pasó el amor —le dijo el extraterrestre mientras sobrevolaban el desierto.
3. —Por acá pasó el amor —le dijo el extraterrestre mientras sobrevolaban la ciudad en llamas.
4. —Por acá pasó el amor —le dijo Jesús mientras sobrevolaban el desierto.
5. Por acá pasó el amor, pensó que se dijo mientras caminaba por la desierta ciudad en llamas.

Acerca del autor:  Andrés Felipe Escovar

Mentiras de circo - Xavier Blanco


Cada día salen alegres de la chistera: aletea la paloma, corretea el conejo. Salta, entre los taburetes, el elefante; camina, a dos patas, el caballo. Ellos lo saben, ya no hay magia, ni siquiera brujería. Algunos se preguntan por qué no emprenden el vuelo, por qué no se escapan.
Ya es tarde, como si supieran hacer otra cosa. Se lamentan de no conocer mas oficio que el escenario. Lagrimean por sentirse perdidos fuera de la jaula, por no saber transitar entre la muchedumbre. Les embarga el miedo a perder su vista en la lejanía. El oso interpreta al mago, el tigre se balancea en el trapecio, el perro azuza el látigo, la foca vende palomitas.
Desde la grada, confundido entre el público, el chimpancé aplaude.


Acerca del autor:  Xavier Blanco

De tiempos y fuegos - Ana Caliyuri



Siento que el tiempo es una ecuación no resuelta. Tal vez es un necesario lapsus humano, después de todo girar en la eternidad es un esfuerzo extra y pocos querrían hacer tal desgaste para luego reconocer cuán fugaces somos. Dado ello, medimos hasta lo no mensurable en infinito o en nanomilésimas o tal vez en enésimos e infimos nanos. Como sea, aún mantengo la teoría de mi analfabeta abuela, sabia ella. Decía: un minuto sobre las brasas candentes es una eternidad mientras que cualquiera podría permanecer un minuto como si fuese un suspiro en el abrasador fuego del amor. De alli deduje que fuegos son fuegos y tiempos son todo o nada…


Acerca de la autora:  Ana Caliyuri

Ruidos - David Moreno



Los petardos y los cánticos de apoyo a los campeones por el triunfo de ayer; el cumpleaños feliz dedicado al pequeño de los vecinos y las sillas rayando el suelo de un lado a otro; la alarma que avisa de que me faltan diez minutos para salir hacia los Juzgados; el agua de la cisterna del váter; el impacto de las chanclas al caer lanzadas al suelo; el taconeo de mis zapatos al bajar por las escaleras; los jadeos de mi respiración; el portazo al salir a la calle; los acelerones de mi coche; el timbre del portero automático al llegar; los gritos de mis hermanos que reclaman su parte de la herencia y los latidos desbocados de mi corazón al recordar que durante los cinco años de la enfermedad de nuestro padre, ni apoyo ni consuelo. De estos mal nacidos, tan sólo un rotundo silencio.


Acerca del autor:   David Moreno

martes, 26 de febrero de 2013

Visible - Daniel Diez Crespo



Al tocar con su nariz la uña del meñique del pie fue invisible. Descubrirlo sumergido en la bañera jugando a doblar como un libro su piel, llenó de espuma el espejo en el que ya no aparecía su reflejo. Escondido, invadió lo ajeno. Desvestido, inmune, escuchó, tropezó, vio y vigiló, rió, asustó, robó, tocó, usurpó, acarició, golpeó, sopló, zancadilleó, rió, carcajeó, aulló, rompió, rajó y desnudó, y el último día, eufórico, mató. Al tocar con su nariz la uña del pulgar del pie fue visible. Aparecer sumergido en la bañera jugando a doblar como un libro su piel, salpicó agua hirviendo, histérico y con sus brazos, los azulejos del cuarto de baño. A la vista, se descubrió avergonzado, y bajo el agua, visible, desapareció.


Acerca del autor:  Daniel Diez Crespo

El sátiro - Joan Fontanillas Sánchez



El sátiro aguardaba oculto tras unos arbustos a que las ninfas regresaran en busca de más flores. Su cuerpo, mitad cabra y mitad humano, ardía en deseos de apoderarse de alguna de las muchachas y satisfacer violentamente sus instintos carnales.
Cuando las chicas regresaron con sus cabezas coronadas de guirnaldas, el viejo sileno saltó con fiereza sobre ellas pero fue reducido eficazmente por un fornido policía que patrullaba por allí. Por lo visto, sus cuernos o quizá el rabo asomaban entre la espesa vegetación y eso alertó al agente.
El sátiro, todavía itifálico, fue introducido con celeridad en el furgón policial bajo el abucheo general de todos los presentes.


Acerca del autor:  Joan Fontanillas Sánchez

Ordalía - Nana Rodríguez Romero


Te llenaré de besos anisados, los pájaros vendrán a picotear tus labios, frotaré aceite y esencias sobre tu piel, te quemaré con mi sombra, seguiré tus pasos, poblaré de noches tus insomnios, irás por las calles husmeando delirante mi aroma, potros salvajes se desbocarán por tus muslos y tus manos. Conseguiré tu confesión hasta la saciedad: ¡Lo juro!

 Acerca de la autora:   Nana Rodríguez Romero

domingo, 24 de febrero de 2013

Sustracción de materia - Jaime Arturo Martínez



Fue un encuentro casual. La vio sentada en una tronera de la muralla, mirando al mar. Su saludo no modificó su expresión, blindada por grandes gafas oscuras. Charlaron toda la tarde. Al anochecer, él le dijo:
Quiero ver tus ojos.
Soy ciega le respondió.
Un viento frío cruzó por entre ellos.
Abrázame le pidió ella.
No puedo… nací sin brazos.


Acerca del autor:  Jaime Arturo Martínez

Reencuentro - Pedro Peinado Galisteo



Se miraron como por primera vez. Él la besó. Se despojaron recíprocamente de la ropa y se tendieron los puentes de la piel. El perdón redimió dos almas cuyos cuerpos se entrelazaron, se traspasaron, se fundieron en un mismo individuo. Que en el lecho de un hotel extraviado en la marea de la ciudad se masturba con los ojos cerrados.

Acerca del autor:   Pedro Peinado Galisteo

Lecciones - Sarko Medina Hinojosa



Es sencillo, apunta la estaca al centro del pecho, le vas a dar al corazón de todas maneras, una vez que esté adentro la estaca, muévela de un lado para el otro para que penetre más profundamente, como me viste hacerlo con tus padres y tus hermanos, si quieres, mientras lo haces, piensa que me lo haces a mí, te ayudará.

Acerca del autor:  Sarko Medina Hinojosa

viernes, 22 de febrero de 2013

Festin para un cuervo - Helga Fernández


Quiero que me acaricies, beses, lamas, pellizques, comas cada una de mis partes, de mis recovecos, mis filigramas y emociones. Quiero que te absorbas  cada gota de mi piel, que me mastiques órgano por órgano, deleites con mi sangre y chupes mis huesos. Prometo sazonarme y endulzarme en partes iguales. Te garantizo que gritaré de placer de modo que  el dolor no agrie tu banquete.  Pero cuando alcances mis ojos, quiero que te detengas antes de engullirlos, te mires desde ellos a una distancia prudente, tendrás que saber que en principio no te reconocerás, te creerás otro.
Estoy dispuesta a entregarte mi cuerpo como una presa fresca e incluso a sacrificar mi mirada, sólo para que alguna vez pases por la miserable experiencia de verte.

Sobre la autora: Helga Fernández

miércoles, 20 de febrero de 2013

Límites – Héctor Ranea


Supongo que no nos amamos demasiado. Él fue la juventud, la amabilidad, el sentimiento pero, la verdad, los dos queríamos otra cosa. Tal vez aventura, sexo y borrasca en nuestras vidas suburbanas. No nos movimos, en cambio, de la aldea. Él en su pequeño cuartel de madera y lata, con la rutina a cuestas. Yo, con este aspecto pueril, esperando escapar.
Aquella tarde nada lo amilanó para seguirme por el sendero a casa de la curandera. Reconozco haber pronunciado una frase imprudente, pero no para tanto, al sorprenderme ahí. Debía estar ayudando con las cabras en el valle.
Tal vez venía por su caricia del día. Tal vez había decidido que lo nuestro pasase a la fase sexual y por eso quiso violarme. Pero los lobos no son ni fueron mi objeto erótico, así que le pegué dos tiros. Todo se acabó, francamente, con tristeza.

Sobre el autor: Héctor Ranea

Cuerda para un sinsonte – Mayda Bustamante



Un hombre imaginó una flecha en el techo del salón de su casa mientras tomaba una taza de café. No pudo evitar seguirla hasta la habitación contigua. Se detuvo frente a la ventana y observó como desde su marco pendía una cuerda y al final de la misma colgaba un sinsonte. Se giró y miró hacia la cama. Ella yacía sin voz.

Sobre la autora: Mayda Bustamante

Sontag - José María Pallaoro



En el breve atardecer, la noche desnace al hijo. La lluvia cae salpicando las naranjas que aún no pude juntar. Hace frío en el galpón de los sueños, y a ella le agrada la fotografía perfecta del amor. Su nombre vibra lejos, como el negro cigarrillo que seguro se consume entre sus dedos. Hay un humo que se disipa junto al corte de luz involuntario. A oscuras, cierra los ojos y, en el hueco que dejó mi corazón extirpado hace más de seis años, ve nuestro atardecer mojado de jugos ilícitos.


Acerca del autor:  José María Pallaoro

Desencuentro - Paula Duncan



El entraba, yo salía.
Cuando el entraba, salía y cuando yo salía, entraba.
De tanto el, entrar saliendo y yo, salir entrando.
No nos fuimos encontrando, el por estar saliendo y yo por estar entrando.
Entonces fuimos probando para tratar de encontrarnos.
De salir cuando salíamos y de entrar cuando entrábamos.
Pero igual fue imposible, por una cuestión de espacio.
Para el entrar era afuera y para mi salir era adentro.
Y así, saliendoentrando y entrandosaliendo, se nos fue escapando tiempo.
Y no nos encontramos, el entrando yo saliendo, dentro del mismo espacio.
Pero jamás nos cruzamos y continuamos; el saliendo y yo entrando…


Acerca de la autora:  Paula Duncan

Batallas en el desierto - Rubén Pesquera Roa



Dudé al llegar al erial. Nomás por unos momentos vi su silueta desnuda en la duna, recortada contra el sol, y cómo sus pechos turgentes temblaban mientras caía. Corrí hacia ella y lancé mi búmeran con la fuerza de diez días siguiéndola sin comer ni dormir, como muerto en vida sólo pensando en ella, y le abrí el cráneo en ese primer intento. ¡Qué manjar!


Acerca del autor:  Rubén Pesquera Roa

El bajista - Rafael Blanco Vázquez


Cuando volví del baño me lo encontré tocando el bajo. Estaba como en trance, y era una imagen melancólica y dulce. De repente había dejado de ser ese niñato obsesionado por el dinero que volvió a ser minutos después, cuando se puso a contarme lo que le había costado aquel bajo.


Acerca del autor:  Rafael Blanco Vázquez

sábado, 16 de febrero de 2013

Sucesivos despertares equivocados – Sergio Gaut vel Hartman


Al despertar, el dinosaurio ignoraba si era Chuang Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu. Se volvió a dormir y soñó de nuevo. Esta vez era Hemigway y pretendía venderle unos zapatos de bebe sin usar a Boris Vian.
—Esto es patafísico —dijo el autor de La hierba roja—. No me apetece desayunar zapatos.
—Discúlpeme; usted me confunde con Monterroso —replicó Ernest ensartando al francés con un pez espada. De la boca de Boris salieron millones de mariposas que, al posarse sobre las narices del dinosaurio, le produjeron apnea y lo forzaron a despertar nuevamente, aunque la fortuna siguió siéndole esquiva, ya que cuando este fausto acontecimiento se produjo, Monterroso ya se había ido a la China de Mao para tomar clases de tango con el profesor Mieville.

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

Cuadriplejia – Héctor Ranea


Una piedra arrojada por una máquina de cortar plantas saltó a través de ventana y celosía, dándome en la nuca un golpe que destruyó casi todo a su paso, ya que salió por donde debería estar mi nuez y cortó mi comunicación con la parte baja del cuerpo. Me compuso el sistema un médico de Eggplant, pero desde entonces tengo algunas fallas debidas al cuerpo de huevo que me puso de intermediario el muy bestia.
En el barrio me dicen Humpty Dumpty desde que tuve que salir al supermercado el primer día. Lo más enojoso de esta situación es que no entiendo qué gané, si al final así tampoco tengo extremidades y encima, para movilizarme, tengo que rodar, lo que me causa un vértigo tal que termino con vómitos espantosos.
Lo denunciaría al chabón, si no fuera porque me dijo que me ama.

Sobre el autor: Héctor Ranea

martes, 12 de febrero de 2013

El informe Condon – Sergio Gaut vel Hartman


—¿Entendí mal? —dijo la mujer sorprendida por el marido en la cama, junto a dos señores desnudos, pero con sendas corbatas anudadas a sus cuellos. Las corbatas la habían inducido a pensar que se trataba de funcionarios del gobierno—. Me dijiste que es nuestra obligación asegurar la perpetuación de la especie, ahora que los extraterrestres nos han invadido.
—Estos tipos son los extraterrestres, querida, y lo más probable es que estos lagartos repulsivos te hayan preñado.
—¿Lagartos? Yo veo señores con corbata.
—Los disfraces son excelentes.
—Si no fueras tan desconfiado —suspiró la mujer, desalentada—, y guardaras condones en el cajón de la mesita de noche, la Tierra se hubiera salvado.

Sobre el Autor: Sergio Gaut vel Hartman

El circo - Xavier Blanco


Y castiga sin postre al gigante, que la mira embutido en su ridículo disfraz de conejo y su cara de niño grande. Blancanieves se ha enfadado, esta vez con razón, ella hace lo imposible por reflotar la compañía, pero el ogro no entiende que es el hazmerreír del público, que sus fauces desdentadas ya no asustan a nadie. Intenta explicarle que son otros tiempos, que la grada quiere acción y necesita sangre. El gigantón sonríe esquivo y, moviendo las orejas blancas del disfraz, le promete que en la próxima función se comerá un niño. Ella disimula la risa y, acariciándole la nuca, le da golosinas.

Tomado del blog: Caleidoscopio
Sobre el autor: Xavier Blanco

Una mañana cualquiera - José Luis Velarde


Abre los ojos sin saber quién es.
Amodorrado gira el cuello en torno de la habitación inundada por el sol. Se levanta incierto y atisba entre los dedos temblorosos hasta descubrir una cortina gruesa junto a la ventana. La cierra y la penumbra le ofrece alivio.
Avanza hasta el baño sobre piernas inestables.
Bebe usando las manos como cuenco. Orina y entre los desechos el alcohol refrenda la resaca contumaz.
Aún es irreconocible.
En el subconsciente desfilan sus rostros.
Despierta al encontrar la imagen con la que más se identifica.
Enseguida, el espejo muestra el rostro verdadero.
El hombre retrocede confundido y cierra los ojos sin saber quién es.
Intenta dormir, pero la decepción avanza.


Acerca del autor:  José Luis Velarde

viernes, 8 de febrero de 2013

Memoria de un recuerdo - Esteban Dublin


No sabía con certeza dónde había dejado todos mis recuerdos. Saqué todas las gavetas de mi habitación, levanté el polvo, corrí los muebles, rompí los pisos, escarbé entre mi ropa vieja, busqué por todos los rincones de la casa. Por un momento pensé que los había dejado colgando en el tendedero, pero luego descarté la idea por simple intuición. Aún me quedaba la vaga reminiscencia de tu número telefónico y lo marqué con un poco de dificultad. En el momento que te pedí que vinieras, no advertí del error. Te vi y lo supe inmediatamente. Todos se habían ido contigo.

Tomado del blog: Los Cuentitos
Sobre el autor: Esteban Dublin


Cautiva - Diana Sánchez


La cintura se ajustó en el portaligas, prisionera.
Los pezones acobardados volvieron a erguirse, como la cobra al oír el sonido misterioso.
Agonizantes de sueños inconclusos, los ojos hicieron un último esfuerzo.
Se estremecieron las rodillas, musicales.
Y los dedos extendieron ilimitados una plegaria al crepúsculo sangrante.
El pelo despedazó la espalda en un latigazo rubio.
Atravesaron sutiles los pies, palomas de humo, todas las calles y todas las veredas.
El parque se perdía en el límite de las hojas. Entonces, ella se sentó a esperar.
Y un murmullo de violetas desnudas fue creciendo sobre la dudosa penumbra de la luna.


Acerca de la autora:

Meretriz soluciona el incidente Fausto - Alejandro Bentivoglio


El conjuro no resultó demasiado bien y el demonio que apareció resultó ser un vecino que había pasado por ahí y vaya a saber por qué había abierto la puerta. Por supuesto que se negó a prometer riquezas y mucho menos el amor de una mujer. Apenas se dignó a sentirse ultrajado por los desmedidos pedidos de Fausto que, luego de echar a patadas a su malogrado invitado, tomó el teléfono para comprar por unas horas lo que se le negaba a perpetuidad.


Tomado del blog: Memorias del Dakota
Sobre el autor: Alejandro Bentivoglio

lunes, 4 de febrero de 2013

Todo por la Patria – Alejandro Bentivoglio



—¡A derramar sangre de gaucho que es lo que sobra! —exclamó Sarmiento, alborozado mientras observaba su retrato en una revista Billiken que conservaba celosamente.
—¡Le dije que no soy gaucho! —dijo El Llanero Solitario.
—¿No anda de acá por allá en el campo sin hacer nada especifico? —replicó Sarmiento.
—Bueno…
—Entonces, es gaucho. Me lo pasan a deguello —ordenó a un par de soldados.
El alumno ejemplar dejó de escuchar los gritos destemplados del yanqui invasor y volvió a su despacho donde un indio traidor y sospechosamente maquillado de blanco lo ayudó a seguir dibujando mapas de países cada vez más y más pequeños.


Acerca del autor:

El vendedor de lanzas y escudos - Han Fei Zi



En el Reino de Chu vivía un hombre que vendía lanzas y escudos.
―Mis escudos son tan sólidos ―se jactaba―, que nada puede traspasarlos. Mis lanzas son tan agudas que nada hay que no puedan penetrar.
―¿Qué pasa si una de sus lanzas choca con uno de sus escudos? ―preguntó alguien.
El hombre no replicó.

Tomado de "121 fábulas chinas"