martes, 30 de agosto de 2011

La soldadera - Lilian Elphick


Iba a pie. Él, a caballo. Asaba las tortillas, lavaba sus ropas, colocaba paños húmedos en su cuello. Mantenía el filo de la navaja con el cuero, revolvía el jabón y era la guardadora del espejo. Muchas veces perdí criaturas en la trinchera. Tanta era la sangre. Es que a él no le gustaba mi modo de afeitarlo. Me tenía miedo. Decía que cualquier día iba yo y lo degollaba. Y me pateaba en el suelo. Por eso, esa mañana, le sostuve el espejo. Ante las tres señales de luces, mi comadre tomó su 30-30 y me encajó la bala en el corazón. Tal cual le pedí. A ella la acribillaron ahí mismo. Este hecho no pasó inadvertido para la revolución: nos recordaron como valientes lesbianas.

Sobre la autora; Lilian Elphick

Imagen tomada de Deviantart

La nueva supermujer – Sergio Gaut vel Hartman


Tras ser atropellada por un automóvil que se dio a la fuga, la mujer se incorporó con dificultad, comprobó que tenía algunos cortes que empezaban a cerrar y magullones que pasaban rápidamente del violeta al rosado. ¿Qué ha ocurrido? No lo entiendo. Tardó algunos segundos más en comprobar que los golpes la habían reconfigurado, optimizándola. Veía mejor, se sentía más fuerte, podía oír sonidos lejanos y oler aromas jamás imaginados. Trató de caminar y levitó. Quiso hacer pie en la cúpula de la iglesia y la hizo añicos. O sea… se dijo. Bueno: no hay mal que por bien no venga. Y se lanzó a curar aflicciones y reparar daños con la mirada puesta en el guionista y el dibujante que realizarían una historieta destinada a convertir a Batman y Superman en unos patéticos jubilados.

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

Sensaciones – María del Pilar Jorge


Sólo siento el sonido del silencio. El salado sabor de los sollozos traza líneas sinuosas sobre mis labios secos. Surgen recuerdos salvajes que sobrepasan los siniestros rincones salamandrinos y se escapan con sigilo, serpenteando en el suelo de la sala. Simple y sencillamente, su sitio es sustituido por sinfonías de sueños rotos. Sobrepuesta, silabeo sentimientos, sensaciones y subrepticios sofismas.

Sobre el autor: María del Pilar Jorge

Equilibrio - Claudia Sánchez


Hubiera sido terrible tener que dar explicaciones. Ellos jamás entenderían que las marcas de mis tobillos no fueron de una caída de la bici, ni por qué, desde que las tengo, bajo de la cama por la cabecera. No puedo decirles que Dobby fue confinado al rectángulo de madera debajo de mi cama, por tener la esperanza de ser famoso gracias a la pluma de Rowling. Ellos no entenderían que cada mañana quiere aferrarse fuertemente a mis tobillos, para salir a la luz que, me asegura, lo hará brillar. Ellos no preguntan. Me sirven el desayuno con las pastillitas verdes. Para el equilibrio, dicen. Y empezamos a hablar del tiempo.

Sobre la autora: Claudia Sánchez
Tomado del blog: Cortitos

domingo, 28 de agosto de 2011

Despertar de una pesadilla - Pablo Fernando Matteuci


La pesadilla era feroz: él mismo, asesinaba a su madre con un cuchillo, mientras la anciana dormía. Una y otra vez. Una y otra vez. Una y otra…
Mira la escena y grita, tratando de despertar, como tantos hacemos en las pesadillas más acuciantes: gritamos hasta poder despertarnos.
Él gritó… y despertó… junto al cadáver de su madre, apuñalada por el arma ensangrentada que él esgrimía, en la cama ensangrentada, entre la ropa ensangrentada y su propio cuerpo ensangrentado…
Y volvió a gritar.

Seamos claros - Silvia Alejandra García


Como usted bien comprende, caballero, una dama de mi condición no está al alcance de un don nadie de los que se encuentran a su altura. Por otra parte, la comprensión de esta verdad es una cualidad que lo enaltece. Por eso le pregunto: ¿cuánto más, piensa demorar en alcanzarme?

El jugador de ajedrez – Sergio Gaut vel Hartman


Cualquiera sabe que la de ajedrecista no es un profesión extravagante y mucho menos peligrosa. Quinientos millones de personas en el planeta Tierra están asociadas a algún club de ajedrez y mil quinientos millones saben, por lo menos, las reglas básicas del juego. Pero la excepción que confirma la regla es Nemesio Fattaba, jugador oficial de la bombonería El Caballo Goloso, ya que la especialidad de la casa es un set de piezas que contiene dieciséis trebejos de chocolate oscuro y otros tantos de chocolate blanco. Nemesio juega in situ con los compradores y si bien intenta que las partidas terminen pronto, nunca come menos de seis piezas por partida, a razón de ventinueve partidas por día. Pesa ciento setenta y ocho kilos y todo el mundo sabe de qué se va a morir.

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

Pescador - Fernando Puga


—¡Leeeeven anclas!— vocifera el capitán al acabar.
Zarpo entonces de aquella mujer fría. Con la proa enhiesta aprovecho el viento de cola y oteo impaciente en lontananza buscando otro puerto donde fondear.
Cae la noche y el capitán se estanca en aguas poco profundas; descansa. Antes de bajar los párpados arrojo mi línea por si alguna hembra pica mientras duermo. De pronto un tirón me despierta; uno violento. Jalo el sedal con fuerza, pero el hilo se enreda en tu tibia espesura hogareña.
De vez en cuando el capitán vuelve a pegar el grito. Ya no le pongo atención; no sabe lo que es bueno.

Sobre el autor: Fernando Puga

viernes, 26 de agosto de 2011

El primer día del fin del mundo - Sergio Gaut vel Hartman


—El director del FMI se encama con la mucama; Clinton se felatea con la pasante; Schwarzenegger se acuesta con la babysiter; Obama se enfiesta en el harem de Bin Laden. ¿Tendremos que empezar a pensar que los poderosos del mundo se han quitado el antifaz y se disponen a cagarnos sin miramientos, burlándose de nosotros mientras lo hacen, obligando a que sostengamos el rollo de papel higiénico mientras nos pisotean los sueños?
—Entonces ha llegado el momento. ¿No decían que hoy es el fin del mundo? Es el fin de un mundo. Como escribieron en una pancarta en la Puerta del Sol, si ellos no nos dejan soñar, nosotros no los vamos a dejar dormir. Seremos los monstruos que les haga insoportable la vigilia. Y si logran pegar los ojos seremos sus pesadillas.

José Facebook y Pedro Google pidieron otra cerveza mientras Twitter revoloteaba sobre sus cabezas alegremente.

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

La mujer que llora – Héctor Ranea


¿Alguien podría explicarme qué hace una mosca libando del labio de un cadáver? ¿Acaso saca jugos comestibles aún, recién terminado de preparar para su velatorio? No tengo explicación. La mosca parece contenta, saltando del párpado a los labios, de los labios a la oreja y recomienza. Todo frío, pálido. Suena indecente, lo sé, pero no puedo evitar mirarla.
Las preguntas que me hago no tendrán, supongo, respuesta, pues la mujer que llora está sola. Sus lágrimas parecen derretir una vela luminosamente oscura, como una estrella negra donde las lágrimas pueden tallar el cuerpo de una vela madura.
De pronto la mujer la ve, se percata del insecto. Se acerca para echarlo. Le puedo ver mejor cuando se acerca a darme el último beso. Esa gota salada que solía quemarme de pasión cuando me tocaba, cae y es apenas algo de calor en tanta piel muerta de mi cara.

Sobre el autor: Héctor Ranea

Dubai – José Antonio Parisi


Me declaro muerto, como los árboles en otoño al morírseles la clorofila. ¿Qué supone este exceso estrafalario de Dubai? Construir la torre más alta del mundo: ¿qué significa? ¿Qué le significa a una persona vivir a ochocientos veintiocho metros del suelo, en el piso ciento noventa y dos? No es neutro a su espíritu, por el contrario, al melancólico le pronunciará su soledad hasta la desesperación. ¿Qué sentido encierra construir una pista de nieve artificial en medio del desierto? Nada más equivocado que unas vacaciones en Dubai. Soy como Dubai, que concierne al presente; pero que no debió haber existido. Tal vez en Dubai, la experiencia incógnita y sustancial consista en tirarse del piso ciento noventa y dos. Tal vez al Guinness le interese. Veamos…

Sobre el autor: José Antonio Parisi

KORN - Alejandro Bentivoglio


Chicas blancas miran hacia el abismo. Nadie las empuja, pero se balancean como si fueran a caer. El viento sopla sobre los campos de maíz, el sol es del color de la sangre. Chicas blancas ríen y juegan en el borde del abismo. Se escuchan extraños gritos a lo lejos, como murmullos que se pierden con sólo pensarlos. ¿Cuándo alguien recordará? ¿Cuándo vendrá la siega a llevarlo todo? Chicas blancas ocultan el abismo en sus vestidos cuando vuelven a casa. El viento sopla sobre los campos de maíz, el sol es del color de la sangre.

Tomado del blog Memorias del Dakota
Sobre el autor: Alejandro Bentivoglio

Intento - Cristian Mitelman


Un hombre es picado por una serpiente. Sabiendo que le quedan pocos minutos de vida, decide ir al pueblo para cobrarse una vieja deuda. Al entrar en el almacén de Navarro pide una ginebra y talla en la mesa el nombre del asesino de un antiguo vecino del pueblo. La gente comenzará a leer y la justicia deberá propagarse de boca en boca. Sabe que el fin está cerca. Se adormece, pero alcanza a escuchar un diálogo que Navarro mantiene con un desconocido: -Por fin me trae las nuevas mesas; a las viejas las voy a hacer astillas. La leña se paga bien. Antes de hundirse en la última capa de sueño, comprende por qué la justicia es inútil en esas tierras.

Sobre el autor: Cristian Mitelman

miércoles, 24 de agosto de 2011

Prueba real - Claudia Sánchez


—Es la princesa, no hay dudas. ¡Finalmente hallamos a la consorte real para el príncipe! Le hicimos la prueba del guisante y resultó positiva, su majestad. Además, tiene todo el porte, la elegancia y la belleza que su majestad pretendía.
—Humm… no sé… tráiganla aquí y déjennos solos; ya les diré mi decisión.

El príncipe Felipe vio entrar a Jessica Rabbit vestida como una verdadera princesa. La tomó de una mano y le hizo dar una vuelta sobre sí. Luego de mirarla con admiración de arriba abajo, la besó apasionadamente mientras le susurraba: todo salió a la perfección, estuviste magnífica, estás hermosa mi amor. No, no se dieron cuenta de nada. No hay de qué preocuparse, Aurora seguirá durmiendo por mucho, mucho tiempo más.

Sobre la autora: Claudia Sánchez

Bares - Rafael Blanco Vázquez


Miró por la ventana del bar.
Afuera hacía sol.
Adentro había empezado a sonar Wish You Were Here de Pink Floyd.
Era uno de esos momentos en que una dulce melancolía te cosquillea el vientre. Miras hacia atrás sin ira y hacia delante sin miedo.
De pronto se tiró un pedo y esperó que no oliese.
Siempre se cagaba en la poesía justo después de la poesía.

Sobre el autor: Rafael Blanco Vázquez

Nuevo día - Fernando Andrés Puga


Es temprano. Aún no se oye al barrendero que despeja de basura la calle antes de que el sol la descubra. El tren pasa. El aire agita la cortina. Mariana prepara el desayuno y canta bagualas, transformándolas.
Entre las tibias caricias musicales y el humeante aroma que invade la cocina aparecen los indios. Están debajo de la tierra y saben subir cuando se abre el silencio. Son muchos los cuerpos de cobre que sacuden la piel de Mariana, la desperezan, le dan los buenos días al oído. Ella ríe, flota, se ilumina. Responde al saludo con un beso.
La hondura del tiempo resplandece mientras la soledad se aleja en el tren que pasa.

Sobre el autor: Fernando Puga

lunes, 22 de agosto de 2011

Equívoco provechoso – Sergio Gaut vel Hartman


Algunas confusiones pueden resultar beneficiosas; eso fue lo que pensó Andros cuando lo metieron en el cajón equivocado. Al principio, los aromas del lugar lo perturbaron un poco, pero no porque fueran desagradables sino, por el contrario, debido a que la infrecuente mezcla de olores lo transportó a un plano de percepción expandida que no conocía. De naturaleza sociable, no tardó en hallar temas de conversación y una hora después de su arribo podía decirse que era como de la casa. Gran parte del mérito hay que adjudicárselo a las bombachas, que lejos de rechazar al calzoncillo, se excitaron con solo imaginar las infinitas posibilidades que se abrían a partir del involuntario error de la dueña de la cómoda.

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

Cuatro piedras, dos porterías - Isabel Mª González


Para Kimal el fútbol es algo más que un juego. Cuando corre con el balón entre sus pies, regateando a sus contrarios uno a uno, se siente fuerte: su autoestima crece hasta el infinito. En esos 90 minutos no hay límites, ni hambre, ni guerra, ni miedo. Nota su fuerza y su habilidad olvidando el dolor de sus pies descalzos en cada chute, el escozor de sus rodillas heridas en cada caida.
En aquel improvisado campo de tierra de todas las tardes los capitanes eligen equipo. El primero en elegir se lleva a Kimal consigo sabiendo que, de ese modo, su equipo ganará el partido.
En los atardeceres del Sudáfrica, diez muchachos sin zapatos sueñan con goles y aplausos, con copas de papel, con unas botas de fútbol.

sábado, 20 de agosto de 2011

Autoayuda - Fernando Puga


—Perdí la cabeza.
—¿Dónde?
—Ni idea ¿Cómo querés que me acuerde? ¿Acaso la memoria no está en la cabeza?
—¿Vos decís? Yo creo que está en la piel.
—Pero la piel se lava todos los días y el agua se lleva todo.
—Siempre algo queda y se mete por los poros; hasta la médula.
—¿La médula? ¿Y cómo carajo hago yo para saber lo que se deposita ahí?
—Bueno che, no te pongas loco. Aguantá un cacho que te busco la cabeza y la traigo.
—Dale, apurate. Mirá que ella está por venir y cuando estoy sin cabeza me pongo violento.
—¿No digas? ¿Te pasa seguido?
—¡Qué te importa! Vos andá y traela.
Y allá fui presuroso, no fuera cosa que se la agarrara conmigo y perdiera también el corazón.

Sobre el autor: Fernando Puga

A pesar de todo - Daniel Sánchez Bonet


Cuando nuestra relación llegó a su fin, todos los recuerdos, almacenados en una caja de cartón, acabaron en el basurero del portal de debajo de mi casa: las primeras cartas de amor, los regalos de mi cumpleaños y los del 14 de febrero; también, los de cada uno de nuestros tres aniversarios, billetes de avión, tarjetas de invitaciones, fotos, etc…
Dos horas más tarde, ya de madrugada, uno de los mendigos que merodeaban la zona, abrió el contenedor. No encontró nada para saciar su hambre, es cierto, pero aquella noche, por fin, pudo alimentar su modesto y necesitado corazón.

Tomado del blog Microrrelatos a peso

miércoles, 17 de agosto de 2011

La expulsión del Edén - Anna Rossell


Inconsciente, arrastrado por las olas a la playa, se imaginó en recogimiento místico implorando la salvación de su alma. Por su mente pasó la película de su vida, una temática recurrente que seguía azotando a su raza, la historia que contaban los griots. La maldición les perseguía a través de los siglos. El largo brazo del Dios bíblico castigaba así a la primera pareja. Él les regaló un cálido paraíso, un estímulo válido, y ellos osaron desobedecerle. Ahora sus costumbres degenerarían: adorarían iconos, atravesarían los cartílagos de su nariz, su entorno devendría pestífero y cáustico, serían deportados en sórdidas embarcaciones en condiciones pésimas, tratados a golpe de látigo, vivirían bajo mínimos, se establecería entre los humanos un vínculo desigual y bárbaro, serían pasto del dolor, su muerte no sería rápida. Así el pueblo maldito erró sobre la tierra: eran los vástagos de Adán y Eva, de piel de ébano.

Gargantorum deflagratus - Claudio G. del Castillo


–Sírvame un doble de gargantorum deflagratus, por favor.
–Extranjero, ¿sabe lo que está pidiendo? El gargantorum deflagratus haumeano es la bebida más fuerte del Sistema Solar. ¿No cree que tomarse un doble cuando le bastaría un nanolitro, es excesivo?
–¡Tonterías! Quien haya probado una vez en su vida el tabasco mexicano es capaz de engullir a pulso una jarra de magma.
–Como quiera, pero le advierto que si bebe de este vaso jamás hablará usted igual... ¡Por Dios!... Bien, ¿qué le ha parecido?
–Nño eshtá shjuave, nñopfff.

Acerca del autor:
Claudio G. del Castillo

Adulto en situación de calle - Fernando Puga


Nevó. Con el puño apretado en el bolsillo de su raído abrigo, el hombre se acurruca bajo un alero. Se adormece. Los transeúntes no lo ven, tampoco las estrellas. Sus entumecidos dedos se abren y escapa el anillo; rueda hasta perderse en la blancura.
-¡Mamaaaá! ¡Lo encontré!- grita un niño.
Ella se agacha, estira la mano y lo pone en su dedo anular. Le baila el anillo. Mientras lo hace girar, una gota salada le abre un surco en la mejilla.

Sobre el autor: Fernando Puga

El placer de leerte - Isabel Mª González


Siempre me tienta empezar por tus finales. Ya sabes que soy bastante urgente. Avanza tu relato perfecto y coherente, pausado pero intenso, conquistándome. ¡Como me gustan tus previas! Cómo me enciendes. No entiendo cómo, conociéndote, pulsas siempre el detonador cuando menos me lo espero, y medio muero combustiéndome entre el placer de las deflagraciones y la frustración de que se acaben tus minificciones.

martes, 16 de agosto de 2011

Azul - Claudia Sánchez


Así podría volar lejos, tanto, que nadie podría alcanzarla en ese recóndito lugar a donde llegaría.
Así podría nadar hondo, tanto, que podría sumergirse días enteros sin salir a respirar.
Así podría fundir el fondo del mar con el borde del cielo, tanto, como ya lo había hecho otras veces.
Pero ahora quería quedarse allí. Esta vez, de las píldoras azules, tomaría algunas más.

Tomado del blog Cortitos 
Sobre la autora: Claudia Sánchez

Decisiones postergadas – Héctor Ranea


Después de siglos de impedirlo, debieron aceptar que era la única manera lógica de conservar dos cosas: algo de su presencia y el lugar donde, después de todo, todos vivían. Así, todo el pueblo se puso a sotavento, los municipales pusieron todo lo que había que procesar en una inmensa pira y quemaron todos los muertos del cementerio. Ya estaba agigantándose. Para conservar algo de los muertos con ellos, todos respiraron ese día el humo de la hoguera.

Sobre el autor: Héctor Ranea

No Big Deal - Héctor Luis Rivero López


El reportero esperaba afuera del estudio, ansioso por entrevistar a los concursantes.

─Oiga, usted, sí, usted, díganos cómo se siente.
─Joder, solo he perdido 4 dedos, pero mire, ¡me he ganado el Ferrari de mis sueños!
─Pero se le va a hacer incómodo manejar el volante sin esos cuatro dedos, ¿no cree usted?
─¡Bah!, no importa, hombre, y por si acaso, tengo un amigo médico que me injertará otros por una suma razonable; o si no, me los pongo robóticos, todo es posible ahora.
Los concursantes salían adoloridos y eufóricos del estudio de TV con sus boletos para premios gratis, tales como coches de lujo, móviles, plasmas, muebles y computadoras; pero todos con una mano vendada. “Dame un dedo y llévatelo”, cada vez aumentaba más su popularidad y “rating” en toda la nación americana.

Tomado del blog Sin ton con son



Acerca del autor:

Un nuevo empleo – Xavier Blanco


He conseguido el empleo gracias a un conocido. Un amigo de la Universidad. He empezado esta mañana. Llevo tres horas buscando mi despacho. Siempre he sido muy tímido y me cuesta mucho preguntar. La gente me mira. Esa ventana me suena, creo que ya he pasado antes por aquí. Me han contratado de Subsecretario, pero no me acuerdo para qué Ministerio. Ahora tengo una necesidad —ya encontraré el despacho—: necesito saber donde está el lavabo mas cercano. Os juro que antes había visto un letrero que ponía cafetería. No veo a nadie. Espero que haya días mejores. Es prematuro decirlo, pero no me gusta mucho este nuevo empleo.

Tomado del blog Caleidoscopio 

Bumerang - Nana Rodríguez Romero


En el país del olvido, un académico se ufanaba de considerar que la historia no servía para nada.
–Lo pasado, pasado, lo que hay que hacer es prospección –decía, como si fuese un iluminado.
Los presentes apenas sonreían pues, como en la fábula del rey desnudo, el hombrecillo en su cuarto de hora estaba convencido de ser un vanguardista por negar la historia y sólo mirar hacia el futuro.
Años después, en la soledad de su retiro, sollozaba, pues su nombre y su imagen no figuraban en los archivos de la institución.

domingo, 14 de agosto de 2011

El bosque animado - Javier López


—La imaginación no tiene límites —pronunció solemnemente el árbol, extendiendo sus ramas como si fueran brazos y declamara algo importante.
—Ya. Lo imaginaba —respondió el pez que acababa de llegar volando para posarse en uno de esos brazos—. Sin embargo, a veces nuestra imaginación queda limitada por la pesada carga de la realidad, y no podemos aceptar que esta situación y esta conversación sean lógicamente admisibles.
Mientras tanto, una piedra despertaba en el suelo del bosque, con la sensación de haber tenido un sueño absurdo en el que animales y vegetales filosofaban.

Sobre el autor: Javier López

Imagen: The Magic Spiral Tree, de CuteandCreepyArt

Una especie de cuento breve – Sergio Gaut vel Hartman


—¿Qué clase de pájaro es usted?
—No soy pájaro; soy una especie de mujer.
—¿Qué significa una especie de mujer? ¿Es una mujer o no?
—Una mujer, pero inventada, ¿entiende? Algo así como un personaje.
—¡Imposible! Si usted fuera un personaje yo no podría estar hablando con usted. Un personaje es una ficción, una entelequia, una invención.
—No es imposible… porque usted también es un personaje.

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

Imagen: The Axis Mundi, de nightserpent

Ordenadores - Héctor Ranea


Ordenan calcetines de mayor a menor, después por ancho de angostos a amplios, luego por color de blanco a negro pasando por un ordenamiento concomitante con el arco iris, luego por textura del suave al áspero, por olor, del sucio al limpio, por sonido de los que caen haciendo ruido de hojas de álamo sobre plantas de perejil al ruido de bigornias sobre tejado de cinc caliente, que es un ruido virtual porque los tejados de cinc no existen. Tienen grupos de personas que deciden el porcentaje de color para colocar en orden y después por sabor, olor y las otras. Las medias quedan almacenadas ahí, pero nadie las encuentra. ¡Esa es una profesión rara!

Sobre el autor: Héctor Ranea

Imagen: Rorschach - Heaven Hell Limbo, de twiggyR

Cosas de niños - Anna Rossell Ibern


“¡No te pongas así, es sólo un castillo de arena!”, dijo el padre al ver el desconsuelo del niño cuando la ola invadió la construcción y la arrasó.
El agua se había llevado su ilusión, pero esto el padre no lo sabía. Era ...un adulto.

Sobre la autora: Anna Rosell Ibern

Imagen: ii, de ploomikook

El castigo - Cristian Mitelman


Del otro lado de la línea telefónica alguien invoca mi nombre. Creo reconocer esa voz, pero es imposible que sea él. Sé dónde está su cuerpo. Sé cuál es el zanjón que lo oculta en el camino de tierra.
Tal vez alguien me esté jugando una broma en verdad macabra. O tal vez ahora, en la habitación hundida en penumbras, empiece a entender que no estoy en la cama de siempre ni en la habitación de tanto años. Cuelgo. Hay un leve golpe en la pared. El golpe se multiplica infinito, isócrono. Puede que este sonido dure meses o años. En algún momento el teléfono vuelve a sonar. Extiendo la mano. No hay nada. También mi mano se desdibuja. Estoy cayendo en una zanja infinita. Tengo tierra en los ojos.

Sobre el autor: Cristian Mitelman

Imagen: Fish and Moonlight, de essani666

Ambición - Claudia Sánchez


Cuando Maia despertó en la cama del director del ballet, sola y convertida en una araña, entendió que la red que había tejido para ser elegida primera bailarina acababa de romperse por lo más delgado del hilo, exactamente el lugar donde estaba.

Sobre la autora: Claudia Sánchez

Imagen: Electric Feel, de pandamore

Era ella... - Xavier Blanco


Lo juro. La he visto esta mañana, no tengo ninguna duda. Viajábamos juntos en el mismo vagón de tren. La sentí cerca. No la he perdido de vista. No ha reparado en mi presencia. Esos ojos, esa mirada. Era ella. Descendí del vagón en la primera parada. Curioseó mi miedo. Se reía. Han pasado seis horas y todavía tengo el pánico en el cuerpo. Sigo deambulando por el andén. No se dónde estoy. Quieto, parado, en ninguna parte. La diferencia entre la suerte y la muerte es sólo una letra. Os lo prometo. Era ella.

© Xavier Blanco 2011
Tomado del blog Caleidoscopio

Imagen: Crystal Fire, de aeravi

Insomnio - Celina Briceño


Aún con el convencimiento de que nada tiene que ver el amor y el compartir la cama, yo comparto el lecho con mi esposo. Desde hace un par de años él ronca mucho, o tal vez con el tiempo, mi sueño se volvió más liviano. Al principio me enojaba, lo sacudía, traté con tapones en los oídos. De todo probé. De todo.
Hasta que una de esas noches, casi enseguida de tomar la copita, vi una danza de lunares verdes en medio de la oscuridad del cuarto.
A medida que fue pasando el tiempo he visto conejitos con plumas blancas arriba de la cama, mariposas rojas, aves extrañas con colas amarillas, cotorritas azules… ¿Mi marido? ¡Ah, sí! Él sigue roncando, pero eso ahora me tiene sin cuidado, al contrario, no quiero que se despierte. Mis noches de insomnio son más entretenidas que mis días.


Imagen: Said Daisy, de navaehfrost

viernes, 12 de agosto de 2011

Intervalo del homicida - Alejandro Bentivoglio


Buscando el cadáver de su esposa, a la que apenas recordaba haber asesinado, encontró unas cartas que ella le había escrito muchos años atrás. Se sentó a leerlas y no pudo evitar llorar como un chico que ha descubierto que su madre nunca volverá.

Incluso el cuchillo que guarda sin limpiar en la cocina, parece más pequeño en la hora de recuerdo.


Tomado del blog: Memorias del Dakota
Sobre el autor: Alejandro Bentivoglio

Central Park, de noche – Héctor Ranea


¡Qué quiere que le diga! A mí, la vida en la Gran Manzana me resulta excitante. Allá en Tesalia me rompían mucho las… usted me entiende. Que hacé esto, que hacé lo otro… acá me puedo dedicar a vivir mi vida no la de otros…
Eso dijo Neso, mientras tiraba el último carro de la noche en Central Park.

Sobre el autor: Héctor Ranea

Paro general – José Antonio Parisi


La Organización quería asegurarse el éxito del paro general en todo el territorio de la república. Idearon procedimientos tácticos alternativos, y eligieron uno por votación. La decisión fue reservadamente comunicada a todos los secretarios de las filiales del país.
A las cero horas del día indicado, los directores de tránsito de la totalidad de los municipios fueron llevados de sus casas a sus respectivas oficinas de control, en pijamas y a empujones. Y les hicieron clavar todos los semáforos en rojo.

Sobre el autor: José Antonio Parisi

Guardián - Hernán Dardes


Se llevó de su compañera la tibieza de la yema de unos dedos a los que rozó lánguido y recién soltó cuando fue arrastrado por la inercia que provenía desde sus pies descalzos. De su suelo se llevó el frío de las baldosas que rasgaron sus mejillas curtidas. Los aromas y los sabores de su jardín persistieron en su boca en un puñado de tierra amarga que tragó sin remedio. La robustez de un portazo y el rechinar de unos neumáticos en el empedrado fueron las primeras formas en las que el silencio inició su reinado. Y mientras las horas y los días empezaban un conteo interminable, su perro tan fiel como precavido, se acercó a la cuna inadvertida, le gruñó a los fantasmas y se recostó alerta junto a la cabecera.

(Este cuento formó parte de la propuesta “Minicuentos por la identidad”, del sitio Cuentos y más).

Tomado del blog: Calle Fascinación
Sobre el autor: Hernán Dardes

Funeral - Claudia Sánchez


La cruz de plata sobre mi frente me sumerge en un letargo donde las caras de mis muertos aparecen en el humo del incienso que otros esparcen sobre mí.
Los grifos alados que custodian el castillo real, levantan vuelo desde el escudo donde están prisioneros y acuden en mi ayuda. Me soplan al oído la nana de mi madre para que me duerma pronto, para que no sienta el fuego chamuscándome la carne, para que no vomite en esta balsa improvisada donde quedarán mis cenizas, para que el viento las lleve de vuelta al tiempo en que mis ancestros construyeron el Reino de Aragón.
Reino que hoy quedará huérfano, porque los que me creen muerto aún no descubren la jeringa debajo del sofá.

Sobre la autora: Claudia Sánchez

miércoles, 10 de agosto de 2011

Encuesta - Fernando Puga


“Si cree que hay que dejarlos, apriete uno. Si cree que hay que desalojarlos, apriete dos”.
Hace tanto que estás en la puerta, que te acurrucas entre cartones y plásticos cada noche, que esperas los restos de comida; hace tanto que quizás debiera invitarte a pasar y hasta pagarte por tus servicios de vigilancia y mantenimiento general, por recordarme que no estamos solos en el mundo.
La encuesta no deja alternativa; no hay tecla para mi opción. Cuelgo el teléfono, decidido a votar por vos.

Sobre el autor: Fernando Puga

Limpieza - Nicolás Ferraiolo


Las pastillas psiquiátricas nunca me funcionaron; el cianuro es doloroso; y si me tiro al río sé nadar. ¿Y si lo hago en mi casa?, no, me van a ver sobre el suelo, todo ensangrentado. Un horror. ¿Si me tiro bajo el tren?, voy a traumar al pobre conductor. ¿Si me tiro por el balcón?, tal vez un bebé pase por ahí y la imagen lo martirice en el inconsciente. Yo soy una persona correcta, sana y sobre todo muy limpia, no soy un enfermo ni un egoísta. Pero descubrí el otro día que la vida monogámica le era tan imposible a mi novia, que ahora sólo deseo suicidarme.
¿Matarme aquí, en lo de ella? En la casa ya no habrá nadie, pero no, tampoco; no quiero ensuciar todo otra vez.

Nicolás Ferraiolo

Dificultades del automovilista - Alejandro Bentivoglio


Mi automóvil es pequeño. Cuando cierro la puerta me invade una ligera desesperación. Una clara asfixia. Tardo unos cuantos minutos en acostumbrarme a ese encierro y solo una vez que logro abrir al menos dos ventanillas me siento ligeramente dispuesto a manejar. No me gusta el tráfico ni el ruido de la ciudad.
En ocasiones me dirijo hacia el aeropuerto y me quedo en el estacionamiento. Abro las puertas y miro el cielo durante un rato. Más tarde me coloco otra vez el cinturón de seguridad y cierro las puertas sin ponerle seguro a ninguna.

Tomado del blog: Memorias del Dakota
Sobre el autor: Alejandro Bentivoglio

Abundancia - David Moreno


Se preparó con todo el equipo, incluido su sombrero preferido para protegerse del sol y lanzó la caña con fuerza, a ver si tenía suerte. No tardó ni cinco minutos y un primer ejemplar picó en el anzuelo. Volvió a lanzarla y al instante, otro cayó en la trampa.
En la cesta fue depositando, tremenda y gratamente sorprendido, las decenas de peces que iba pescando: desde carpas a truchas, lucios, tencas, barbos y gobios.
Nunca imaginó que la pecera de su salón contuviera tanta vida.

Tomado del blog: No Comments
Sobre el autor: David Moreno

lunes, 8 de agosto de 2011

Os escribo desde el más allá – Xavier Blanco


Hace días que tengo el mismo sueño absurdo, desatinado. Me despeño por un precipicio, el descenso es infinito, eterno. Nunca llego al final. Me despierto sudoroso, angustiado, atormentado. De eso hace ya algunas semanas. Creo que no es un sueño. Miro a mi alrededor y no sé dónde estoy; lo presiento, pero me cuesta creer que el infierno sea así.

Tomado del blog Caleidoscopio

Nota a un muchacho apenado – José Antonio Parisi


Mis músculos se aflojaron hechos trapo, y quedé colgado como barrilete en los cables. Encasquetadas sus capuchas, ellos se agitaban moviendo los brazos como hélices frente a sus fantasmas; la ola polar había bajado sobre Buenos Aires y sobre sus espíritus. Mi corazón también se había estrechado, pero se conservaba estoico; a diferencia de aquellos otros, que se dieron a las vidrieras, a los autos, a los fuegos.
Ese domingo sufrí, una banda carmín había envuelto el sol con un moño triste. Y llegó la noche. Pero a la mañana siguiente vi que el sol brillaba bien alto, y me guiñó un ojo. Una idea me asomó como duende de cucú: la banda era mi sueño, pero con aquellos hechos indignos, ya era un sueño impropio. Entonces, tácticamente decidí ponerme en la periferia de ese sueño ajeno; y cuidar, sí, el sueño de un pronto y seguro retorno.

Sobre el autor: José Antonio Parisi

En sus manos - Rafael Blanco Vázquez


El masajista chino no habla mi idioma y con sus manos grandes, cálidas y sabias le está metiendo una soberana paliza a mi maltrecha espalda. No me ha hecho preguntas ni me ha pedido que me relaje, ya se está encargando él de relajarme a golpes. Tumbado en la camilla, me invade la sensación de que, si de pronto le diera por depositar un beso en mis labios resecos, me dejaría hacer, por la necesidad que tengo de un poco de ternura en estado bruto, sin una palabra.

Sobre el autor: Rafael Blanco Vázquez

sábado, 6 de agosto de 2011

Salva con besos - Jacinto Deleble Garea


Aquella borrascosa tarde se cubrió de un agua sobre todo bermellón, pero también con tonos color canela, naranja, rosa pálido y no tan pálido; granate, violeta, castaño sin purpurina, y con… En fin, que el atardecer nos tiñó las calles de una lluvia de multitud de matices que ni sé nombrar; todos profundamente carnales, eso sí.
Se ocultaba la explicación tras las ráfagas de agujeros que taladraban las nubes. Siguiendo aquel rastro sobre el antes gris cielo la encontramos a ella, que aún continuaba disparando su ametralladora, sembrando de casquillos de pintalabios el suelo.