Iba a pie. Él, a caballo. Asaba las tortillas, lavaba sus ropas, colocaba paños húmedos en su cuello. Mantenía el filo de la navaja con el cuero, revolvía el jabón y era la guardadora del espejo. Muchas veces perdí criaturas en la trinchera. Tanta era la sangre. Es que a él no le gustaba mi modo de afeitarlo. Me tenía miedo. Decía que cualquier día iba yo y lo degollaba. Y me pateaba en el suelo. Por eso, esa mañana, le sostuve el espejo. Ante las tres señales de luces, mi comadre tomó su 30-30 y me encajó la bala en el corazón. Tal cual le pedí. A ella la acribillaron ahí mismo. Este hecho no pasó inadvertido para la revolución: nos recordaron como valientes lesbianas.
Sobre la autora; Lilian Elphick
Imagen tomada de Deviantart
4 comentarios:
Qué fantástico relato Lilian!
Saludos!
Fantástico, y tan bien narrado que se queda uno con ganas de más.
Enhorabuena, Lilian.
Es fuerte y muy bien narrado. Te felicito.
Aplausos, Lilian!!!
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