domingo, 15 de enero de 2012

Medicina alternativa – Héctor Ranea

—La era de excelencia en medicina humana está apenas empezando —dijo Wald—. ¿Le paso vino, Gurz?
—Sí; gracias.
—Como decía, hace poco logramos la lobotomía no invasiva con aspiración de determinados vehículos.
—Sí; ¡esto está delicioso! Realmente, cocina todo muy bien, Wald.
—Claro, por cierto. Después, la reproducción de piernas, manos y diversos otros apéndices.
—Sin comparación con los naturales, diría yo.
—Bueno, pero cumplen sus funciones. Y ahora, este logro decisivo: el hígado sintético humano. ¡Casi diría que llegamos al apogeo, si eso no sonara pesimista!
—Todo lo que quiera Wald, —dijo Gurz—. Pero así como los apéndices humanos naturales tienen mejor sabor, el hígado sintético es demasiado grasoso, qué quiere que le diga.
—Sí. Pero bien que se está comiendo el guiso ahora, ¿no?
—Para el hambre, estimado amigo, no hay pan duro.

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