martes, 3 de septiembre de 2013

Apocalipsis - Anna Rossell


La ventisca conjurada por el perverso numen provocó el colapso y luego la hecatombe y aquella extraordinaria confulgencia de los astros. El caudal freático invadió desenfrenado la superficie llevándose al vecindario hacinado en los sótanos.
Aquel apocalipsis dejó un único superviviente en el pueblo: el cura diocesano, que, encaramado en la cúspide del campanario, capeó milagrosamente el avatar. La gente de aquella región lo atribuía a la bondad del sacerdote, que pasaba por ser santo y dadivoso, pero él creía que lo había salvado el crucifijo que llevaba en la faltriquera. Aquel fenómeno supuso un mórbido cambio en la población de toda la región, cuyo organismo se vio afectado por una transformación sistémica, medular y topológica: ahora sufría de angurria generalizada y una cutícula densa cubría su cuerpo.

Sobre la autora: Anna Rossell