Un brillo. Una luz. Ahora. Un dolor irisado se te ve en los ojos. Así me miras cuando hemos estado perdidos en la noche, lenguajeando, mientras yo te extraño porque te vas y te quedas y ningún beso florece sobre las almohadas.
Desgloso tus pequeñas trizaduras: es por ahí que te escapas, sin aristas, desarenado, limpio. Y es ahí que soy la piel ajena que a veces guarda la tuya en forma de mi recuerdo. O el hielo que quema su confesión: ¿Sabías que las palabras pueden manifestarse como un puño? ¿Alcanzarás a cobijarte bajo la sombra de mi mediodía?
Poco quiero decir de la añoranza: ritual espejeante; la brutalidad de la máscara.
1 comentario:
qué lindo
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