sábado, 22 de noviembre de 2008

Una realidad altenativa - Carlos Feinstein


UNA REALIDAD ALTENATIVA
Carlos Feinstein

—Tienes que comprender: si no hago lo que debo, el mundo tal como lo conocemos desaparecerá. Los naciones de Rohan y Gondor quedarán destruidas al perder miles de habitantes. En la ciudad subterránea de Moira morirán todos los enanos y los elfos que sobrevivan se marcharán al Oeste. Aunque triunfemos, tú quedarás muy dañado. Tu vida se arruinará para siempre, ya que tu alma fue contaminada por la oscuridad. Los humanos quedarán solos, y no están preparados para ser los dueños del planeta. Quizás nunca lo estén. Perdóname Frodo —repitió Gandalf mientras lo arrojaba desde el enorme águila, lo precipitaba sobre las lavas humeantes del Monte del Destino, y con notable practicidad y eficiencia reducía los tres enormes y tradicionales volúmenes a un cuento corto que cabía en Químicamente impuro.

Sobre el autor: Carlos Feinstein

Bloqueo creativo - Adelaida Saucedo


BLOQUEO CREATIVO
Adelaida Saucedo

El escritor volvió a leer lo escrito. El argumento no conducía a ninguna parte, los personajes secundarios eran olvidables. ¿Qué decir del protagonista? Se dejaba arrastrar por las circunstancias y nunca hacía nada por si mismo.
Era mejor eliminar lo escrito y comenzar de nuevo.
Una nota de suicidio extraña y su cuerpo en descomposición fue lo que encontró su agente cuando preocupado por su retraso en la entrega de la novela, entró en su casa.

Lo que tenía que ser – Angela Schnoor


LO QUE TENÍA QUE SER
Angela Schnoor

Ella consultaba las estrellas y sabía que su vida sería de él, pues así estaba escrito. Él, nada sabía. Diariamente, consultaba el microscopio recogiendo información sobre enfermedades tropicales. Cuando ella llegó, exangüe, cosechó su sangre contaminada y supo su destino: aquel cuerpo traía las respuestas que tanto había buscado.

Título original: O que tinha de ser
Traducción del portugués: GvH

El rito - Guillermo Marín


EL RITO
Guillermo Marín

La llama comenzó a devorar el cuerpo desde los pies ensangrentados. Luego subió lentamente por las rodillas hasta llegar al huesudo vientre. Allí se frenó por un instante para tomar fuerzas. De ahí en más, todo lo que le quedaba al fuego eran algunos pocos centímetros para terminar de quemar. El hombre escuchó el sonido de sirenas lejanas y sumido en un arrebato de constricción, oyó el canto de un pájaro que se quejaba por el batifondo que lentamente comenzaba a subir la tensión de la media noche. Después de todo, el año siguiente, una nueva estampita con el rostro de un Cristo doliente con los pies ensangrentados, será fuego y ceniza para otro ritual de Navidad.

Pródigo - José Luis Zárate


PRÓDIGO
José Luis Zárate

Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde" y con ella se marchó a un reino lejano, sin dejar ni un número de celular.
Años después, el padre sintió una oscura alegría al enterarse del crack económico de ese reino. Mi hijo regresará, se dijo, y me pedirá un mendrugo, no más, y un trabajo decente en alguna de mis fábricas y yo lo abrazaré y haré una cena en su honor y todos se maravillarán de mi generosidad. Y el hermano esperaba para recordarle al padre que él también existía, y el Señor aguardaba para hacer con esto una hermosa parábola, pero el maldito desgraciado méndigo móndrigo hijo pródigo jamás regresó.

Moralina ajedrecística - Juan Yanes


MORALINA AJEDRECÍSTICA
Juan Yanes

—Comerse unos a otros hasta vencer, no me parece nada civilizado.
—Pues yo creo que estás equivocada, es un juego de estrategia, desarrolla la inteligencia, la capacidad de previsión y cálculo... La toma de San Petersburgo por los bolcheviques fue diseñada por un cerebro del ajedrez, Trotsky.
—Sí, pero eso ya no se vuelve a repetir.
—¡Ah, pero hay que estar preparados, compañera!

Publicado en: http://mquinadecoserpalabras.blogspot.com/

viernes, 21 de noviembre de 2008

Mujer tenaz - José Luis Vasconcelos


MUJER TENAZ
José Luis Vasconcelos

Y dije a tu padre: sé de una ciudad pequeña, de pescadores ingenuos y toscos, ahí podré trabajar y criaremos al hijo que borre pasados. Él me vio con ojos de rata y no sonrió. Era viejo y comía de mi mano. Nadie mejor que yo para guiar al inútil y enterrar sus esperanzas. Siempre me quisiste menos. Alguien tenía que alimentar a los seres etéreos pero tú, mi sangre, sólo veías a través de sus ojos. Me hice parte del inventario de esta universidad, mientras ustedes soñaban con islas de piratas y princesas encantadas. Tenaz como esta casa vacía, sostengo la mirada a un par de cráneos secos y ordeno mis recuerdos para cuando se ofrezca contarlos.

Perdición - Daniel Santos


PERDICIÓN
Daniel Santos

¿Recuerdas cuando los parques rebosaban vida? Niños por aquí y por allá riendo y jugando. Me encantaba observarles. Su vitalidad me alegraba el día. Ahora bajo al parque y no veo más que ancianos esperando su inminente final. ¿Dónde han ido los niños? ¿Quién me los ha robado? Seguro que ha sido la televisión y los videojuegos. Ellos han cogido sus inocentes almas y los han convertido en aberraciones sedientas de sangre. ¿Y sus padres? Dios los puso en la Tierra para velar por ellos y protegerlos pero han fallado en su misión. Pero no os preocupéis hijos míos, yo os salvare antes de que vuestra perdición sea definitiva. Pronto vuestras almas estarán de nuevo con su creador.

Manta de cielo - Mónica Sánchez Escuer


MANTA DE CIELO
Mónica Sánchez Escuer

La luz se apaga y dos luciérnagas se esconden en los ojos de la niña. Duerme. Busco un orificio, un pliegue de la gasa por donde infiltrarme. Inútil. Quiero jugar en el laberinto de su oreja y probarla. Sus párpados tiemblan. Tal vez el aire es más denso allá donde sueña porque respira muy hondo. De su pecho salen vocecitas roncas que parecen contar una historia turbia. De pronto se agita: la veo retorcerse toda, gemir, enredarse entre las sábanas. Intento traspasar la tela pero mis alas se atoran. ¿Qué soñará que le ha puesto los labios morados? Oigo un grito, despierto: mamá me carga, me besa. Me acuesta de nuevo. Acomoda la manta de cielo que protege mi cuna, la sacude, tira a un mosco atrapado en ella. Lo pisa. No sé por qué lloro.

Cuento corto que te cuento - Ananda C. Ruiz Padilla


CUENTO CORTO QUE TE CUENTO
Ananda C. Ruiz Padilla

Estaba en un pasillo, lleno, entre un tumulto de gente solo escuchaba tu voz y veía tu silueta, sabía que eras tú, me tenías agarrada de la mano. El ambiente era brumoso la neblina no nos dejaba; obedecía tus instrucciones de por donde ir. Al seguir tus pasos sentí desprenderme de tu mano, entonces me vi sola y comencé a llorar. Las lágrimas caían por mis mejillas, mis ojos, mi nariz y mi boca, y al caer yacían enterrados.

Quién sabe Alicia - María Cristina Rolnik


QUIÉN SABE ALICIA
María Cristina Rolnik

Encontraron a Alicia frente al espejo. Vestía harapos y medias blancas, zapatos de charol. Había fogatas de fotos, fotos de niñas sepias, en cada rincón. Aferraba un frasco “Bébame”. Todos los relojes de bolsillo se detuvieron. Desde entonces, té y lágrimas para los no cumpleaños. El críquet continúa siendo el deporte nacional.

Alevosía - Oriana Pickmann


ALEVOSÍA
Oriana Pickmann

Ocúltate, no te vayan a ver. No te olvides de borrar toda evidencia, todos los mensajes, que no se registre la última vez que estuviste en línea, ni cualquiera de las otras veces, no quieres que yo me entere de cómo es que me has clavado el puñal en la espalda. Aparécete más tarde, cuando yo esté durmiendo. La traición ha sido realizada con éxito, tú no me ves a los ojos… y quien recibe tus mensajes tampoco.
Ladrón que roba a ladrón, dicen; yo me sigo desangrando.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Crónica de Indias - Cristian Mitelman


CRÓNICA DE INDIAS
Cristian Mitelman

El mar estaba ahí, como hacía miles de años. Era el mar de su abuelo y de su padre; ahora también a él le pertenecía.
Ya le conocía sus variadas tonalidades: esmeralda por la mañana; rojizo por la tarde, cuando parecía la inmensa boca de un jaguar.
Y ese día el jaguar espumoso había dejado en las orillas una insólita presa: un hombre, un hombre de tez blanca y con una desconocida capilosidad en el rostro, como si hubiera sido engendrado en el corazón de las algas.
Fue corriendo a la aldea a referir lo que había visto y luego sus compañeros se congregaron en torno del cadáver con un sentimiento que oscilaba entre el asombro y el temor.
“Es el aviso de los dioses”, dijo el más viejo.
Todos quedaron en silencio, frente a las olas de rumor continuo.

Tiempo límite - Jorge Martín


TIEMPO LÍMITE
Jorge Martín

—Sapos y culebras —dijo la bruja y una primorosa gallina adulta emergió de un huevo con gran esfuerzo, tanto que se le desgarró una de las alas y apenas quiso pararse se le quebraron las delgadas patas. Después del séptimo intento no tuvo mayor suerte y sin más provisión de huevos los granjeros la sacaron a patadas del gallinero, además de hacerle pagar los daños y limpiar los restos. En su guarida, la vieja bruja, mientras se rascaba la joroba, consultó el manual de hechizos y busco el error, hasta que vio la fecha de vencimiento de los polvos mágicos. Ya arreglaría cuentas con el proveedor. Estaban pasados más de tres meses. Lógico que los resultados fueran imprevisibles.

Europa - Lilian Elphick


EUROPA
Lilian Elphick

La historia tergiversa los hechos. Fui yo la que rapté a Zeus, de lo contrario nunca hubiera sido continente. Él estaba en la playa haciendo castillos de aire y no necesité convertirme en vaca para que cayera rendido a mis pezuñas, bufando de amor y listo para la lidia. Quedé exhausta, pero me recuperé con una sabrosa sopa de criadillas, y volví a pastar como si nada hubiera sucedido.

Terrores - Jordi Cebrián


TERRORES
Jordi Cebrián

Desesperado, tras muchas noches de soñar con cuchillos y con garras y despertar gritando, fui a pedir ayuda profesional a un psiquiatra. Tras escuchar mis miedos me pidió que me estirara en el diván, que me relajara, cerrara los ojos y encontrara mi yo. En mi oscuridad, relajado ya, oí el sonido inconfundible del metal contra el metal, de la bestia afilando sus uñas en la roca, y antes de que pudiera abrir los ojos, una mano grande y que olía a formol me lo impidió. Aun no, me dijo, manténgalos cerrados, esto hará que sus terrores desaparezcan para siempre.

Juguetes - María Castejón


JUGUETES
María Castejón

En los gemidos del cierre de las puertas, se pueden escuchar el llanto de los pequeños olvidados. Nosotros seguimos aquí. Esperando. Prometió no olvidarnos cuando todos los demás lo hubieran hecho pero ahora veo desaparecer mis manos. Pronto sólo seré otro ruido más de este oscuro caserón.
—¿Qué esperabas? Los juguetes sólo vivimos el tiempo en el que estamos presentes en sus vidas.

Publicado en Microhorror.com

Puerta cerrada - Olga A. de Linares



Todo el Vaticano estaba asombrado.
Uno tras otro, desde el sacerdote más humilde hasta el más encumbrado en la jerarquía, desfiló ante la estatua.
Dicen que el mismo Papa se dignó a salir de sus aposentos para verla.
Era un robo insólito, el más extraño que pudieran imaginar.
Pero había que rendirse a la evidencia: a San Pedro le faltaba la mano izquierda. Y, por supuesto, las llaves del Reino que ella sostenía.
¿Quién habría sido el sacrílego, el vándalo capaz de amputar la marmórea extremidad? La sustracción no solo lesionaba la invaluable obra de arte del siglo XIII: la ofensa era también un golpe para la misma Iglesia.
A nadie se le ocurrió pensar que aquél que las había entregado al pescador tantos siglos antes, había vuelto por ellas, convencido de que la Humanidad nunca mereció poseerlas.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Sobre mariposas y tifones - Jorge X. Antares


SOBRE MARIPOSAS Y TIFONES
Jorge X. Antares

Sabía que podía hacerlo a pesar de lo que le habían dicho, que era imposible, que el status quo era inamovible y que era inútil luchar contra él. Pero incluso así, lo sentía. Lo sentía en su ser interno, en su piel, en su alma, como el niño que abre un regalo maravilloso y no esperado en Navidad.
Era algo tan evidente, tan meridiano y simple. Una extrapolación sencilla. Algo que tenían que saber todos. Porque si el aleteo de una mariposa en una parte del mundo podía provocar un vendaval o un tifón en las antípodas, ¿qué no podría provocar una buena acción en la otra parte del planeta? Entonces se decidió a cambiar el mundo. Tenía el poder para hacerlo. Lo teníamos todos.

Distracción - Edilberto Aldán




Leyó las instrucciones. El mecanismo era tan simple que resultaba difícil creerlo. Ganó la curiosidad: insertó una moneda y con una sonrisa mordaz giró la perilla que indicaba el tiempo al que deseaba regresar. Lo distrajo el paso de un ave volando bajo, dejó la flecha apuntando a un minuto.
Esperó.
Ingenuo, no existe tal cosa como una máquina del tiempo.
Una máquina del tiempo, descubrió.
Leyó las instrucciones. El mecanismo era tan simple que resultaba difícil creerlo. Ganó la curiosidad: insertó una moneda y con una sonrisa mordaz giró la perilla que indicaba el tiempo que deseaba regresar. Lo distrajo el paso de un ave volando bajo, dejó la flecha apuntando a un minuto.
Esperó.

Avispas - Héctor Ranea


AVISPAS
Héctor Ranea

A través del vidrio las escucho golpetear insistentes del otro lado de la ventana. Esperan pasar para leer lo poco que tengo escrito, tal vez. ¿O acaso creerán que soy un escultor que puedo eternizarlas en los mármoles preciados que ellas sueñan: dorados de Grecia, blancos de Agra, verdes de Prato? Apenas algunas náufragas transitan a través del vidrio sin romperlo, y lo primero que hacen es posarse sobre mis manos, escriben un poema sobre ellas y me dejan las cicatrices que todas las amadas me han dejado.

Valeria – Sergio Gaut vel Hartman


Todo lo que tenía era una foto y un puñado de mensajes amistosos, nada que alentara semejante locura. Él era un pobre viejo solitario y ella una hermosa joven, en la flor de la vida. Seguro que estaba comprometida, tenía una pareja, ¿por qué suponer otra cosa? Ese viaje era un mamarracho.
Contempló una vez más el paisaje, trazos aceitosos de un pincel apático. Miró la hoja en la que había estado escribiendo y tachó una línea. Debo ser lógico, se dijo. Valeria era un sueño imposible, y él no tenía derecho a interferir en esa trama.
El ómnibus se detuvo en un pueblo; él se bajó y caminó hacia el desierto. Amanecía.
Valería se despertó de golpe, se sentó en la cama y tocó el hombro de su compañero.
—Tuve un sueño raro —dijo.
—Sólo un sueño —dijo él sin despertarse—. Dormite.

Love story – Saurio



Después de varios desencuentros —cuando uno iba a buscar al otro, el otro se había ido a buscar al uno— finalmente los senderos de Mahoma y la montaña se cruzaron.
Y, pese a que se habían pasado los últimos años buscándose mutuamente, ninguno de los dos supo qué decirle al otro.
Así que cada uno se fue por su lado y no volvieron a saber nada del otro hasta que, ya grandes, se encontraron en el Facebook. Intercambiaron fotos, se pusieron al día —ella tenía una cordillera numerosa, él una religión monoteísta— y quedaron en encontrarse a tomar un café a mitad de camino de sus respectivas casas.
“Ojalá esta vez sea distinto”, pensaron ambos, antes de salir.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Un cuento - José Luis Zárate


UN CUENTO
José Luis Zárate

Dios creó al mundo en seis días. Lo pobló de criaturas, paisajes, maravillas infinitas. Lo hizo para arrullar al niño que no se cansa de esas historias: el jardín, el diluvio, la torre que quería llegar desde el cuento hasta la casa del niño. Pidiendo, escuchando, imaginando, se duerme una vez más. Dios lo arropa, apaga la luz, sabe que tarde o temprano ya no le pedirán el cuento de las buenas noches. Los niños crecen y cuando este lo haga, cuando no pida más la historia de la creación, desapareceremos.

Onírica - Juan Yanes


ONÍRICA
Juan Yanes

Blanco sobre negro, un sueño. Una partida de ajedrez, a muerte. Acorralé al rey y le di jaque mate. Después me desperté y todo era de colores, como antes. Seguí hojeando, distraído, la babosa revista del corazón en la que aparecía la familia real al completo, saludando feliz desde la borda de su yate.

Publicado en: http://mquinadecoserpalabras.blogspot.com/

La mula - José Luis Vasconcelos


LA MULA
José Luis Vasconcelos

De terquedad su sangre está cuajada. Fiel a su instinto de rumiante, mastica con porfía las nubes de la vida. Frente al asno, arisca adolescente se comporta. Junto al mulo, las aspas de su cola espantan semejanzas. Pero no la coloquen cerca de un pura raza de arenas del Sahara proveniente o a un metro de corcel con prosapia de azteca. Se desmadeja toda, estéril pesadilla, hierve de llanto oscuro la noche de sus ojos.
Ella es tan poca cosa: patas de nudo ciego, iletrada pelambre, trompa de hule, pellejo desdeñado en tenerías. Y lo más doloroso: espina de herradura egresada del yugo y la porfía, que nunca será un ejemplar de magnífica estampa, ni de la alta escuela conocerá los frutos.

Sonrisas - Manuel Tabernero



Por fin llegó el día, en medio del futuro. No hubo ninguna batalla, porque la última guerra terminó el día anterior y no había empezado otra nueva. Hacia el mediodía, incluso el pobre más miserable tuvo un puñado de arroz que llevarse a la boca. Y por la noche, no hubo mendigos calentándose a la lumbre del bidón oxidado. Los sensores globales indicaban niveles de tranquilidad y felicidad desconocidos hasta entonces. La gárgola alienígena sonrió; había llegado el momento. Tocó los controles de su nave y la invasión comenzó. Los radares detectaron cientos de naves de extrañas formas dirigiéndose a la Tierra. En la sala de reuniones, el presidente, los senadores y los asesores militares, aburridos, miraban ascender el humo azulado de los puros.
El teléfono sonó.
Se miraron unos a otros perplejos, incrédulos. Sin embargo, poco a poco, la sonrisa fue dibujándose en sus caras.

Toque de queda - Angela Schnoor


TOQUE DE QUEDA
Angela Schnoor

El celular suena y la mujer del taxista avisa:
—No vengas a casa. Una banda armada dio el toque de queda en el barrio. Parece que va a haber un enfrentamiento entre facciones.
Lurdinha no era de exagerar, pensó, la cosa está negra en la ciudad. Pero igual se puso en marcha, inquieto, dispuesto a arriesgarse para proteger a su esposa indefensa. Hay tranquilidad en las calles, pero al llegar a su casa oye un sonido muy alto. En su patio, la juerga está en su apogeo y la mujer, desnuda y drogada, se contonea entre los tipos de la banda de traficantes.

Título original: Um Toque de recolher
Traducción del portugués: GvH

Sueño de una noche de verano - Mónica Sánchez Escuer


SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
Mónica Sánchez Escuer

Sueño que escribo. Que escribo que sueño. Una voz conocida que jamás he escuchado, que he querido escuchar hace tiempo y ahora, en el sueño, aparece muy cerca, como si estuviera aquí desde siempre, dice que me quiere, que lleva buscándome años. Y esa voz se hace labios, y dientes, y espesas melodías en mi lengua. De pronto, no sé cómo, se vuelve risa, carcajada que desinfla labios, dientes, lengua; entonces, río yo también. Y el aire se me cuela por todas partes como un viejo tango en los huesos, como la voz que me abraza dentro, que se hace nada cuando el ronquido del asno me despierta.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Como quieren los gatos - María Cristina Rolnik




Susurré en la oreja de la gata: Dido, lo voy a dejar. La gata cerró los ojos. Él nos miró desde la silla.
—Quiero mucho a esa gata —dijo.
—Ella también te quiere —traduje—, aunque no de la misma manera.
—Sí —dijo—, me quiere cómo quiere un gato.
Dos horas más tarde me lamió toda, agudizamos la siesta y Él se marchó.