jueves, 29 de marzo de 2012

Fuga - Jesús Ademir Morales Rojas


Tras haber saltado de la silla, con la soga al cuello, el suelo acolchado de mi celda se hizo un firmamento turbio, color carmesí. Ángeles de fauces dentados y largas colas de castor jugueteaban en las profundas nubes iridiscentes. Y entre los rayos multicolores de una luna fragmentada, escuche los alaridos metálicos de tu llamado infinito. Entonces por fin, más allá del tiempo, solté la cuerda.