miércoles, 12 de junio de 2013

Encantadora - Luisa Hurtado González



Cuando miré, ella me sonreía serena.
Acabábamos de matar a su marido y ahora, con un gesto tranquilo, me indicaba que envolviese el cadáver aún caliente en la alfombra.
Lo llevamos al embarcadero y lo tiramos al agua. Juntos esperamos a que las piedras lo hundiesen lentamente y, cuando el bulto empezaba a desdibujarse, sentí que el agua me tiraba hacia él.
La miré de nuevo. Ahí estaba otra vez su sonrisa, esta vez acompañada de un encantador gesto infantil a modo de disculpa. Sorprendiéndome hasta el final, letal y encantadora.

Tomado del blog Microrrelatos al por mayor

Sobre la autora: Luisa Hurtado González

1 comentario:

Sangre para los niños dijo...

Mutis

Leo el periódico en un restorán y de pronto un muchacho de unos veinte años se acerca y toma mi portafolios. Levanto la mirada para ver qué ocurre. Él me sonríe, saca una hoja de afeitar antigua del bolsillo, se corta el antebrazo varias veces y me dice: "¡A ver, pues, viejo de mierda, qué me vas a hacer!" Sin dejar de mirarlo, suspiro largamente. Acto seguido suelto el periódico, tomo el cuchillo para mantequilla que está sobre la mesa, me corto la cabeza de cuajo y la dejo frente a él. Luego de unos segundos de incredulidad, el chico huye despavorido. Llamo al mozo para que retire mi cabeza y, mientras acomodo el periódico para volver a la página que estaba leyendo, no puedo evitar soltar la frase "mocoso insolente" por la abertura de mi garganta. Entonces me doy cuenta de que en su huida el chico se llevó mi maletín, que allí tenía todo mi dinero, que no podré pagar la cuenta, que no hay forma de que regrese a casa y que tendré que pedirle al mozo unas monedas para no pasar la noche en el parque. Vierto lo que queda del café sobre mi cuello y luego observo atentamente la taza vacía, en silencio, sintiéndome un perfecto imbécil.