En el bar del pueblo, el escritor saltó de su silla exclamando exultante:
—¡Encontré un tema redondo para mi novela! Ahora tengo que encontrar un abogado que me saque de los líos en los que voy a meterme.
Cayó sentado, la silla crujió. Volvió a sumirse en su tremenda angustia.
Héctor Ranea
Ilustración: Giorgio de Chirico "La incertidumbre del poeta"
2 comentarios:
Pues yo le diría que adelante. ¡Prometo visitarle si acaba entre rejas!
Y yo podría llevarle cigarrillos, novelas de Dostoievski (a tono) y palabras de aliento sobre espejos de agua.
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