Sentado en la mesa del bar, pensando en ti, iba colocando, apoyadas unas sobre otras, las cartas de mi vieja baraja. Cuando puse las dos últimas apuntando hacia el cielo, te acercaste, cogiste una de la base ―el as de corazones― y te alejaste sin tan siquiera girarte, quizás para no ver cómo se derrumbaba mi hermoso castillo de naipes.
Tomado de
Realidades para Lelos
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