Ninguna alarma se le resistió en nuestra urbanización, todas fueron desactivadas. De esa casa se llevó un televisor; de ésa, el coche del garaje; de ésa se llevó las joyas; de ésa, un ordenador; de la última se llevó el fruto de una escopeta que velaba, sin alarma, temerosa.
Tomado de http://oscarroman.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario