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Se miró al espejo. Se quitó la peluca y los pendientes, limpió su rostro de los restos de maquillaje y guardó raudo y veloz los zapatos de tacón en el armario. Seguidamente cogió una cerveza de la nevera y se sentó en el sofá para poner un partido de fútbol en la televisión. Su mujer estaba a punto de llegar.
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