sábado, 30 de agosto de 2008

Dante - Héctor Ranea


DANTE
Héctor Ranea

Conocí a Dante en Inferno. Realmente: él me encontró. Estaba en una bolgia que luego, en su infinita piedad, no describió. Virgilio nos miraba despectivamente. No quería que Dante se nos acercase. Fue maravilloso ver al poeta, luchador, viajero. Todos llorábamos imbuidos de un aire a libertad aunque luego nos costara más castigos. Pero estando Él ahí nada más importaba. Ni el barro orgánico con el que nos enchastraban ni la atmósfera nauseabunda que deglutíamos. Virgilio dijo:
—Vámonos. Esta bolgia de escritores mediocres no merece sino desprecio.
Dante se acercó a mí, preguntó por mi origen y cuando se lo dije buscó en sus ropas y me tiró unos libros en castellano diciéndome:
—Tomá, leé pibe.
Ya no sirve de mucho, pero ayuda a pasar el tiempo.

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