miércoles, 27 de agosto de 2008

El gambito de Roberto Fisher - Javier O. Trejo


Roberto Fisher aprendió a jugar al ajedrez en la escuela primaria. Salió tercero en un intercolegial de menores. Coronó un cuarto puesto en el provincial de Tucumán cuando tenía quince años. Siguió jugando en el club Huracán y sus gambitos eran famosos entre los jubilados de Parque Patricios; ninguno le pudo ganar. Lo encontré veinte años después, cuando volví a Huracán a jugar al metegol; él estaba en el salón de ajedrez.
Me dijo muy serio: —La gente se burla cuando camino siguiendo los movimientos del caballo. Sin embargo, el que termina riendo soy yo... cuando les doy mate.
Lo volví a ver la semana pasada por Florida y me hice el que no lo conocía. Caminaba dos pasos cortos, pisando exactamente dentro de cada baldosa, y uno para el costado.
Me alejé a paso vivo y escuché: —¡Mate!

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