Esa falda cruzó, desafiante y segura, la Avenida Aconquija. El movimiento ondulante de la tela sacudió las tinieblas de mi sexo y despertó los años dormidos; recuperando la juventud por unos segundos.
Entonces la seguí. Inconsciente e impulsivamente caminé detrás de sus pasos, y obnubilado como estaba, olvidé los semáforos.
Esa falda clara, suave, descomunal, fue mi asesina.
Del libro en preparación: PLEXOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario