sábado, 3 de abril de 2010

La sombra de una duda - Adriana Menéndez



Sólo cuando se hubo dado cuenta de que lo irreversible no se podía eludir, se dedicó a observar. A prestar atención, a no pestañear, a merodear, a catar palabras. La espera le resultaba agotadora. Esa guardia permanente. Pendiente de todo mínimo detalle. Tratando de descubrir a cada instante alguna pista que fuera el puntapié inicial de algo que no sabía con seguridad qué era. Terminaba el día y no pasaba nada. Un alivio. Pero, ¿y el próximo?

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